viernes, 30 de octubre de 2015

Ángela Álvarez : MILITANTE REVOLUCIONARIA, NUNCA OFICIALISTA

Ángela Álvarez
MILITANTE REVOLUCIONARIA, NUNCA OFICIALISTA


La querida compañera Ángel Álvarez,  falleció a principios de junio  del 2012 y fue  enterrada en Uppsala Suecia, la mañana 27 del junio. Algunos compañeros y compañeras han recordado su memoria y denuncian cómo esta entrañable compañera fue abandonada y traicionada por todos los que hoy están en el poder. Se han publicado varias notas en este sentido

Eso es verdad en el sentido de que la lucha de Ángela, como la de muchos otros,  contra el capitalismo y el poder burgués, fue totalmente contrapuesta a lo que hacen hoy los representantes oficiales del Frente Amplio y de los Tupamaros. No caben dudas de que  estos son los mejores representantes de la explotación y opresión, del capitalismo y el imperialismo.
Sin embargo, esa única información no rinde suficiente homenaje a la vida y a la lucha de nuestra compañera.  No es que los del actual gobierno, la olvidaron ahora, como escriben los compañeros, en realidad nunca fueron verdaderos compañeros de ella.

En efecto, la contraposición entre Ángela y el Frente Amplio y el oficialismo Tupamaro es mucho más vieja y no comenzó porque el Frente Amplio se pudrió y porque el Ñato, el Pepe, la Tronca y los otros se vendieron al capitalismo en los últimos años o cuando,  colaboraron y pactaron en el 72 con los milicos. Fue mucho antes.

Yo conocí a Ángela hace más de 40 años y ella ya se oponía a la dirección del Frente Amplio y su militancia transcurría en oposición a la dirección oficialista de los Tupamaros. Ya entonces ella explicaba que su militancia discrepaba totalmente con la impulsada por las direcciones oficiales de ambos aparatos y por eso había buscado otras vías y había empezado a participar en otras tentativas de organización y lucha desde abajo. Por decirlo muy crudamente Ángela nunca aceptó hacer propaganda electoral por el Frente, siempre consideró a Seregni como, lo que fue, un milico represor y desconfiaba totalmente de toda la dirección y la línea de los Tupas desde, por lo menos 1970.

¡Ángela no fue apresada por militante frentista, ni por Tupamara! Aunque si sea cierto que haya integrado dicha organización en diferentes períodos, no fue por eso que fue torturada y apresada durante tan largos años.

La historia oficial ningunea toda práctica que no corresponda a las grandes organizaciones, por eso es tan difícil reconstituirla. Es una tarea de los compañeros. El problema es que ese tipo de historia es por naturaleza muy parcial. Por el hecho mismo de la compartimentación histórica de la militancia todos conocemos una partecita, nadie la totalidad y es ahí donde nos recagan.

Agradezco a todos los que han utilizado este medio de Posta Portenia u otros como el Blog del Muerto, para romper con el monopolio oficial y realmente ha habido contribuciones buenísimas en los que se denuncia el entreguismo frentista y tupa desde hace décadas: por lo menos desde el Cuartel Florida. Soy consciente que sin todas esas contribuciones no sería capaz de escribir esto hoy. Al mismo tiempo pienso que sin estos escritos a contracorriente, sólo seguiremos de desilusión en desilusión (como expresan con total honestidad la compañera Lidia Camacho –Pelusa- o Mary) y resultaría imposible comprender porqué es el Frente y los Tupas que cierran el ciclo enviando a los milicos uruguayos a reprimir a Haití  y abriéndoles el culo a los propios milicos yanquis para que vengan al Uruguay (¡cosa que ni Pacheco se animó a hacer oficialmente!).

Con respecto a la vida y militancia de Ángela, como de muchos otros compañeros, quedan pocos que puedan reconstituir su historia y pienso que no hacerla y dejar que su memoria sea confunda con la de una buena y sumisa militante del Frente y de los Tupas sería justamente traicionar  su vida y su lucha.

Por eso, desde que me enteré de su muerte, me largué al fin a escribir unos borradores sobre lo que compartí con ella, que quisiera que sirvieran para no dejarla morir “reformistamente” y que podamos afirmar a nuestra compañera como lo que fue: una verdadera militante revolucionaria.

Pero no he avanzado lo que quería, al contrario he constatado que muchos recuerdos y anécdotas, se me mezclan con historias contadas o escuchadas mucho después y necesito consultar a otros viejos compañeros. Además no tiene sentido hacer sólo una contrahistoria de ella, sin hablar de otros compañeros con los que ella luchó y que también están muertos como MARIO NAVILLAT, FERNANDO O’NEILL (Zapicán), BERNARDO ARNONE, ARAZATÍ LOPEZ LOPEZ, ALEJANDRO MOSCA… y tantos otros entre los que merece destacarse al propio RAÚL SENDIC (¡evidentemente padre!).

Ello evidentemente supera mis capacidades, conocimientos y posibilidades pero junto con otros compañeros, que todavía están vivos y que desde hace tiempo reflexionan y han hecho algunos borradores sobre el tema,  tengo la esperanza de que se pueda dar a conocer algo de esas historias personales detrás de la cual se esconde  esa gran historia de la lucha revolucionaria, minoritaria y a contracorriente, que tanto se ocuparon en ocultar. También hay muchos otros que todavía están y que no han dicho nada,  que no se han manifestado, que no han contado gran cosa de todo lo que saben, en cuanto a la lucha de tendencia y las otras tentativas organizativas y  que no sé adonde están, ni tengo contacto con ellos y a quienes llamo a contribuir.

Ricardo

Ángela Álvarez
MILITANTE REVOLUCIONARIA, NUNCA OFICIALISTA


El hecho de que haya hecho circular estos borradores, entre algunos compañeros que tenían posibilidades de criticarlos, ha hecho que los mismos se ampliaran, se hayan hecho más complejos y sobretodo que haya extendido las pretensiones iniciales. Ahora ya no son sólo borradores sobre la vida de Ángela, escritos como homenaje ante su muerte, sino algo más amplio que toca la contraposición de siempre entre el oficialismo tupa, que hoy está de parabienes en el Gobierno y los compañeros que buscaron otro camino y que hoy siguen luchando contra el capitalismo. También por eso he demorado mucho esta entrega que había prometido hace como 2 meses.


BORRADOR 1 Sobre el Frente Amplio


Muchos  luchadores habrán conocido a la negra Ángela mucho antes que yo, cuando las marchas cañeras, en las estructuras embrionarias de los Tupas, junto al Bebe, o en los equipos de sanidad, o compartiendo espacios en el Ateneo del Cerro o con la Comunidad del Sur. Yo la conocí  como una década después, en circunstancias especiales que he decidido hoy, ante su muerte, darlas a conocer, porque realmente considero que la pinta entera como militante, porque creo que subraya mejor que nada su persona. Y porque además me permite introducir de alguna manera, su tan poco conocida trayectoria, así como la de tantos otros militantes anónimos que dieron su vida en la lucha contra el capitalismo.

Sería más o menos el mes de abril del año 1971, luego de una cansada jornada de militancia y trabajo llego al Comité de Base del Frente Amplio del Parque Batlle. Ya, era bastante tarde, se respiraba un ambiente burocrático pautado por peroratas electoreras de los partidos reformistas y de otros dirigentes independientes. Se habla exclusivamente de hacer campaña y pegar afiches con las caras de los dirigentes del frente. Casi al final de la larga lista de oradores, toma la palabra Ángela, a quién yo no conocía físicamente (aunque después fui consciente que ya tenía referencias de ella por el barrio y también orgánicas), y dice en forma muy modesta algo así como: “yo vengo al comité de barrio porque lo considero una buena oportunidad para desarrollar las luchas de base, pero no para participar en las elecciones”. Y agrega ante las primeras preguntas que se le hacen: “no participaré ni en afiches electorales, ni saldré a pegarlos, porque no creo que esa sea la solución”

¡Ni la dejan terminar! Varios dicen que ese planteo no se puede hacer ahí, otros le gritan que ¿qué otra cosa viene a hacer al comité?.... ¿de que otra lucha habla?! Es ahí, que otras voces se levantan, entre ellas la mía, “no, no hay que hacer campaña electoral, no saldremos a apoyar al General Seregni”, los comités surgieron para otra cosa, para la lucha.

Para la Mesa (constituida principalmente por el PC, el PS, una señora que era secretaria de Villar y que era la Presidenta del comité, más algunos independientes entre los cuales el delegado del 26 de marzo),lo dicho ya pasaba lo tolerado: le arrancó la palabra a Ángela, que pedía continuar con su intervención, y anunció que había que volver al orden del día. En el fondo, era una terrible maniobra para descalificar a esa compañera, porque a renglón seguido la misma mesa anunció que había una lista de anotados para responderle. Hablaron varios, todo en un terreno insultante y descalificatorio: al comité se venía a preparar las elecciones, los que venían al Comité debían aceptar las normas del Frente, que era una coalición electoral, el pretender imponer otras tareas era totalmente divisionista y opuesta a la “unidad del pueblo necesaria para vencer a la reacción”. Por otra parte que ¿otra cosa se podría venir a hacer al Frente si no era para contribuir al esfuerzo electoral? Es decir, se utiliza el legalismo mezclado con el prepotente ¿qué proponés de concreto? (forma apenas velada de embretar al militante que no puede decir abiertamente que se trata de una relación de fuerzas, cuya resolución será por la violencia) para poner entre la espada y la pared a quien cuestiona el electoralismo: o te denunciás como subversivo y te dejan pegado o metés violín en bolsa. Es un viejo método represivo de la burocracia.

A esa altura, era obvio que los de la mesa, no le devolvían la palabra a Ángela para retrucar y que lo único que buscaban era descalificarla. Luego de cada intervención alguien de la mesa señalaba al estilo broche de oro, que lo que había dicho Ángela estaba totalmente  “desubicado”, que “no tiene nada que proponer” y que sólo podía servir para desunir.

Yo, luego de haber intentado, a gritos y sin éxito, imponer el derecho de Ángela a responder,  me había resignado a anotarme en la lista de oradores…Pero como yo ya había estado preso por subversivo, y alguno de la mesa ya me conocía, me pusieron lo más al final posible. Cuando al fin me dieron la palabra, ya habían aclarado que no se podía salir del orden del día y que ese tipo de intervenciones era además de no correcta políticamente, improcedente.

A pesar de eso empecé saludando la posición de la compañera, a quien no conocía, y que valerosamente, contra lo que buscaba el Estado de encerrar al movimiento social en el modelo electoral y frente populista, iba al Comité a impulsar que el mismo se transformara en una herramienta de lucha contra el capitalismo y el Estado. Me interrumpieron varias veces gritando ¿qué era lo que proponía en concreto? Y de la mesa me amenazaron de que me quitaban la palabra, si no decía concretamente lo que proponíamos…., porque ya nos habían aclarado que ese tipo de posiciones era improcedentes.

Si, compañeros, el Frente Amplio nació así, con mucha burocracia de arriba y una lucha de los partidos electoreros por imponer a prepo su planteo en los comités. Y es verdad que muchos de nosotros íbamos a los comités no porque creyéramos en esos partidos que constituían el Frente, o en el hecho de que el General que había reprimido, el movimiento social durante años, se hubiera vuelto ahora nuestro candidato electoral, sino en la búsqueda de un organismo de unificación de la revuelta para luchar contra el poder del Estado.

Ante la increpancia de que no teníamos nada concreto que proponer Ángela, algún otro compañero y yo mismo respondíamos “participar en la lucha concreta”, “constituirse en comité de apoyo de los gremios en lucha”, hasta que alguno de nosotros agregó consecuentemente lo que sería el punto central de la discordia: “luchar por la libertad de los presos políticos”.

Por si algún joven no lo entiende ahora (¡cuando hice circular el borrador me pidieron que aclarara esto!), el Gobierno y todos los partidos políticos, incluido el Frente Amplio consideraban que no había presos políticos, sino que los subversivos eran presos comunes.

Cuando en mi intervención yo señalo que era vergonzoso que se reuniera un comité y se dedicara a pegar la jeta de un general y no se preocupara de los compañeros nuestros que “están presos por luchar”, la censura se hace total, la Presidenta del comité me prohíbe seguir hablando. Me corta y dice que esos temas están totalmente excluidos de la vida del comité, porque son temas que dividen. Si compañeros, el Frente Amplio prohibía entonces hablar de presos políticos porque ese tema era considerado divisionista. Como el Estado y el General Seregni, la Mesa ejecutiva del comité consideraba que en el Uruguay sólo había presos por delincuentes, subversivos y terroristas. Los únicos presos políticos que el Frente admitía como tales eran los presos sindicales arrestados en el marco de las medidas prontas de seguridad; los otros considerados terroristas, subversivos y conspiradores, por haber asumido la necesidad de la lucha violenta y armada contra el capitalismo, no eran reconocidos como presos políticos.

A esta altura no recuerdo si había un micrófono que circulaba pero evidentemente me lo habían quitado y yo subí mucho la voz y seguí hablando cada vez más, grito contra grito, en oposición a toda la mesa ejecutiva del Comité que me decía que “¡no tenés la palabra!”. De las palabras se pasó a la agresión física y recuerdo que a mi me agarraron en forma violenta para que no siguiera hablando, que alguno me golpeó y otro compañero me defendió y separó de los agresores, no impidiendo sin embargo que pudiera gritarle en la jeta a la responsable de la represión (la señora presidenta del comité): “Oportunista y reaccionaria”.

En la ida a las manos hasta inventaron que “nosotros” habíamos venido juntos, que estábamos organizados y armados, pero lo cierto es que decidieron disolver la asamblea general aduciendo que la mesa tenía que deliberar dada la gravedad de “la situación ocasionada por los insultos proferidos contra la presidenta”.  Luego de más de media hora de deliberación la Mesa anuncia que ha resuelto:
-         expulsar a los compañeros que vinieron organizadamente a provocar con temas divisionistas (presos políticos) y que además insultaban en las Asambleas.
-         Comunicar dicha expulsión a los partidos y órganos directivos del Frente Amplio para que tomara las medidas correspondientes contra los responsables.

Se vuelve a reunir la asamblea, la Mesa lee “la resolución”, así como varios “considerandos” y quiere imponer que se vote enseguida para aprobar la resolución de la Mesa… Por supuesto los “expulsados” reclamamos poder defendernos, por lo que al fin, nos dieron algún minuto para explicarnos. Recuerdo que hasta me sugerían que yo retirase esos “insultos” sobre la jefa del comité, que así no expulsarían a nadie. Por supuesto que yo utilicé el minuto que me dieron, no para disculparme de nada, sino para explicar que la Presidenta era efectivamente oportunista y reaccionaria.

Reaccionaria por negar que hubiera presos políticos, oportunista por utilizar su posición de privilegio para imponer su política reaccionaria; oportunista y reaccionaria por maniobrar desde el poder contra la expresión de la lucha revolucionaria e impedir que los que tuvieran otra posición se expresaran.

Pero por supuesto que esto sólo podían escucharlo alguno que estuviera cerca, el sabotaje de un verdadero debate político era total y lo imponían a prepo… Ángela que estaba enojadísima por la negación de la existencia de presos políticos, por el silencio de casi todas las organizaciones (¡incluida una lavada de manos nada gloriosa del 26 de marzo!) que luego del cuarto intermedio resolutivo, había quedado en la otra punta de la Asamblea también gritaba, su acallada verdad, junto con otros compañeros.
Al fin, la mesa impone la votación y lo increíble se produce, la Mesa se topa con el fantasma de una organización que no existía. La Mesa bajo cuerda nos había acusado de haber montado una especie de complot, para asustar a la gente dijeron que Ángela estaba armada, que yo también tenía un arma en el portafolio y que aparecíamos e interveníamos separados pero que en el fondo se trataba de una verdadera provocación organizada. Nosotros que no lo estábamos, nos sentimos como parte de una misma cosa, de la lucha real contra la liquidación electoral, de la lucha por nuestros compañeros presos…contra los oportunistas y reaccionarios y vimos que poco a poco la mesa quedaba desautorizada. Bueno lo más increíble fue que por imposición de la Mesa se vota, uno a uno y toda la asamblea se polariza…a pesar de la abstención de algunos independientes y el representante oficial del “26 de marzo” siempre jugando el nefasto papel de centrista, que sólo al final y por la discusión que se da en el intermedio, aceptan rechazar la moción de la mesa. Se cuentan los votos y estamos casi en un empate: cuando varias personas que aparecen como más o menos neutrales (recuerdo algunas señoras muy viejas) dicen que para adoptar posiciones quieren saber la verdad y solicitan hacernos preguntas a las personas más cuestionadoras… De hecho esos vecinos quieren saber si somos o no una banda organizada de provocadores y preguntan:
“¿Están armados?” Mostramos que no portamos armas. Le preguntan a Ángela sobre si ella había o no militado con los cañeros, a lo que responde afirmativamente… Por último como yo había mencionado el comité por los presos me preguntan si yo concurría y si yo mismo había sido preso político a lo que también respondo afirmativamente.
Se reanuda la votación y todo el sector indeciso desaprueba la moción de la Mesa, por lo que la Asamblea en su conjunto rechaza la propuesta de expulsión que la Mesa quería imponer… Para nosotros, los inorganizados, los independientes protestarios fue un verdadero triunfo contra la burocracia del Frente y en general contra el electoralismo que el Estado necesitaba para separar y reprimir por separado a “los subversivos, a los guerrilleros”. Para el comité mismo fue una excelente experiencia: luego hubo otros encontronazos en los que la polarización siguió siendo la misma.


BORRADOR 2: SOBRE EL 26 DE MARZO


Luego de esa confusa y espontánea entrada en escena pública, como era obvio quisimos conocernos mejor y ver que podíamos hacer juntos. Muchos de los que habían apoyado a Ángela, en el comité del Frente Amplio, y ella misma se consideraban “independientes” y como tales, reclamaban que el “26 de marzo” que se suponía que los representaba lo hiciese realmente, que era absurdo que el “26” fuese tan oficialista y filo PC.

El compañero de la mesa del 26, terminó por reconocer que su posición no había sido la mejor. El propio 26 a nivel nacional, se enteró del lío que se había armado en el comité y había propuesto que los compañeros independientes, que en el fondo “tenían razón” fueran a discutir con la dirección nacional para integrarse al trabajo conjunto.

Es decir mientras un sector totalmente reformista había definido que la propia base del frente era casi su enemiga y había que disciplinarla a prepo, el “26” considera que esos compañeros expresan una posición correcta pero que deben ser “encuadrados” para que no sigan creando problemas.

La reunión se lleva a cabo unos días después y en la misma participa por un lado Ángela y un conjunto de compañeros jóvenes (entre los cuales mi compañera entonces, Amaya) y por el otro el delegado del 26, respaldado por varios de la dirección nacional, entre los cuales el propio RUBEN SASSANO.

En resumen, la dirección nacional del 26 sostiene que no se pueden ir a plantear “esas cosas” a los comités porque dividen y llevan a grandes polarizaciones, pero que esos compañeros tienen razón y que para eso deben organizarse en “La Orga” (es decir en los Tupamaros). “Tienen razón en las posiciones, pero las mismas no se pueden llevar adelante en los comités”.

Pero entonces, decían Ángela y el grupo de jóvenes que ella había llevado, “los comités de base se los regalamos a los bolches”! ¡Eso le hace el juego al reformismo, a la burguesía! “Nosotros queremos que los comités sean comités de lucha revolucionaria, que sea la organización del barrio, para apoyar los gremios en lucha y para la lucha por los presos por luchar”.

La dirección del 26 argumentaba así: “un frente supone compromisos, nosotros para mantener la unidad, no podemos declararle la guerra a todos los reformistas porque eso no es nuestro estilo, nosotros sólo podemos mostrarnos mejores que ellos en la práctica”. “La verdadera política nuestra no la podemos hacer en el Frente, sino en organizaciones específicas creadas para ello”…

Ángela formulaba claramente que el someterse a la disciplina que quería imponer en el “26” era renunciar al clasismo y a la lucha revolucionaria en nombre de un Frente policlasista y electorero que terminaría aislando a las organizaciones armadas.

Y en realidad era eso lo que se jugaba. Sería más o menos el mes de mayo de 1971, las grandes luchas sociales de los años anteriores (frigoríficos, cañeros, bancarios, estudiantes, o las concentradas en tal o tal fábrica –TEM, Seral, FUNSA, Bao…contra los aumentos de la UTE…) habían sido las mayores en la historia del país, pero no habían logrado consolidar estructuras territoriales y barriales propias capaces de imponer una opción de poder. Aunque si había habido embriones de esas estructuras que surgían para apoyar las luchas proletarias como sucedió con las venidas de los cañeros a Montevideo, la lucha en el Cerro y la Teja para la defensa de los 2 kilos de carne,...hasta el desarrollo de comités para resistir a los aumentos de UTE y el préstamo compulsivo…en donde se organiza la gente en los barrios para pelear y resistir. Muchos compañeros ya éramos más o menos conscientes de que para el Estado uruguayo era mucho más fácil el triunfo si se embretaba al pueblo en el frentismo y en el electoralismo y se destruía la tendencia revolucionaria que se había ido haciendo fuerte en los años anteriores.

En la reunión no hubo acuerdo sobre la perspectiva, porque la contraposición de fondo era muy importante, pero como la mayoría de los que se decían independientes, siguieron diciéndose del 26, aunque no ocultaban sus diferencias con los “oficialatas”, subsistieron más o menos ambas tendencias, como también subsistieron en todos los niveles y organizaciones incluido en el seno de los Tupamaros.

Había algo que nos unificaba, más allá de las posiciones diferentes y era la solidaridad contra el enemigo común y a pesar de ese desacuerdo entre por un lado la clásica posición de la Tendencia Revolucionaria y por el otro los aparatistas (y frenteamplistas del 26). La realidad empujaba siempre a aquella frase, que también nos llevó a la ruina y la derrota: “los hechos nos unen, las palabras nos separan”.

Yo sólo entendí la gravedad de dejar la discusión teórica y programática, como secundaria y privilegiar la unidad con los “que se estaban jugando las pelotas” mucho después.  En ese momento Ángela, como muchos otros y yo mismo (sin darle demasiado peso a las consecuencias de las rupturas que se habían producido entre la tendencia revolucionaria y el aparatismo y lo que significaba en realidad aquel “estilo tupa”)privilegiábamos la “unidad” con todos aquellos que habían empuñado las armas, sin darnos cuenta hasta que punto, esa “unidad” sin principios llevaba al triunfo del frentismo y del aparatismo, y consecuentemente al plan del enemigo de desarmar la energía social del proletariado, a través del frentismo, para reprimir a los grupos guerrilleros por separado.

En aquel momento, esa solidaridad elemental primaba tanto que hizo posible que, en cuanto a lo de los presos políticos, se lograse un salto cualitativo. El tema para nosotros era vital, porque nuestros compañeros más queridos y jugados, estaban presos o clandestinos y que los comités del Frente no se ocuparan del tema, era para nosotros insoportable y ninguno de nosotros veíamos ningún interés en un Comité en que ni siquiera se pudiera luchar por ellos.  Hay que recordar que el 26, era todavía más independiente que lo que después fue, como brazo político de los Tupas, y más bien guardaba tanto las formas, para que no se pudiera verificar que en realidad tendía a ser eso, que en el Comité por la libertad de los presos, que funcionaba desde hacía algún tiempo, no tenía participación oficial como organización y no la tuvo hasta mucho después. Ángela había introducido el tema además porque (explicaría después en varias reuniones con otros compañeros), no tenía ninguna confianza ni en el Frente, ni en el 26, ni en la dirección que estaba afuera de los Tupas… para pelear enserio por la libertad de nuestros compañeros presos.

Por mi parte,  yo había concurrido a varias reuniones y participado en diferentes acciones de propaganda y solidaridad con los presos y puedo testimoniar que en esas primeras reuniones no tuvieron el apoyo que merecían ni por parte del 26 (evidentemente los Tupas no podían aparecer como tales en ese comité) ….En efecto, en esas reuniones participaban mayoritariamente padres y familiares de los presos (recuerdo a la madre de los Cabrera como una de las más consecuentes), varios ex presos, el MRO (Ariel Collazo era su figura más visible), Alba Roballo o algún representante de esa agrupación, algún delegado del grupo de Erro y del grupo de Michelini, delegados de diferentes gremios en lucha que tenían compañeros presos, compañeros estudiantes del FER, principalmente del IAVA o el nocturno, así como miembros de otros grupos chicos… Pero sobretodo era una actividad muy minoritaria y marginal y además muy mal vista por los legalistas y reformistas.

Por eso tuvo importancia que Ángela lograse el compromiso, por parte de la dirección del 26 de apoyar lo que ellos pudieran hacer en la lucha por los presos. El mismo compañero que había estado oscilando en la mesa como delegado del “26”, a partir de esa fecha, asumiría concretamente esa lucha como algo indispensable. Claro que, eso también obedecía a una línea que se impuso desde “la Orga”, por la que poco a poco, se empezaron también a ocupar de los presos.

Pero si exceptuamos ese punto lógico y saludable, esa tendencia política no se distinguía en gran cosa del reformismo burgués del Frente y por ello no nos sentíamos en absoluto representados. Ángela como los compañeros que luego me iría presentando y en general los que seguíamos considerándonos de la Tendencia considerábamos al Frente como un conglomerado de Partidos burgueses, cuyo programa era integralmente reformista, que buscaban utilizar y canalizar la energía revolucionaria de las masas y ponerla al servicio del Estado.  Por eso rechazábamos igualmente el apoyo crítico hecho oficialmente por los Tupas. Si había una cosa que teníamos claro era que ese frente reformista no nos representaba, porque se necesitaba LA REVOLUCIÓN.



BORRADOR 3: BARRIO, TUPAMAROS Y DISCREPANCIAS ORGANIZATIVAS



En realidad Ángela, su compañero Mario y sus tres hijos eran nuestros vecinos cercanos, en el barrio del Hospital de Clínicas. Mis 2 hijos (un poco más chicos) jugaban con sus hijos…y nosotros poco a poco nos fuimos conociendo… También se compartía el cuidado de los niños y hasta el trabajo. Amaya mi compañera de entonces, se formaba como enfermera y trabajaba en el Clínicas y con varias otras personas tenían además de esa coincidencia en el trabajo, militancia gremial y también política con Ángela. Recuerdo también, con mucho cariño, a Silvia Cuello (y algunas otras cuyos nombre no recuerdo), que era de esas mujeres aguerridas tanto en su actividad gremial y política pública como constituyendo grupo de apoyo a compañeros que asumían un trabajo clandestino.

Poco a poco, por otros compañeros, fui sabiendo que en esa casa, desde hacía muchos años, había reuniones importantes de la Orga y una militante vieja, aguerrida y querida del barrio también me contó, que muchos de los que salían en los diarios como más buscados, habían vivido en esa casa, o pasaban por ella y que por años, ella los consideró vecinos amables… Que hasta el propio Bebe Sendic no sólo venía seguido, sino que había sido “vecino” en algún período.

Ángela y su compañero Mario, me explicaron que como Tupas, estaban muy descontentos con como se estaba llevando la cosa en los últimos años, que la Orga era una burocracia infernal. Agregaban: que cómo siempre dice el Bebe “somos un elefante en el desierto”, demasiado pesado como aparato…y en vez de que cada vez más gente se una a la lucha, la gente entra y se les da tareas pajeras del aparato…, incluso se saca gente de los gremios en lucha para ponerlos en servicios…, en vez de armar a la gente que lucha te piden todos los fierros para el aparato que luego manipulan sólo algunos tipos”. Con el tiempo también fui conociendo a otros “amigos” y compañeros, en general bastante mayores que yo, con mucho más experiencia en las luchas proletarias, que afirmaban lo mismo y que contaban hechos precisos al respecto. La propia Ángela, por su experiencia, edad y compromiso militante, era escuchada con mucho respeto por la banda de jóvenes que éramos nosotros.

La crítica era a la vez radical, importante y sorprendentemente  simple. La misma hacía eco en varios de nosotros que habíamos llegado a críticas similares por una vía mucho más intelectual. Todos los que habían sido parte del proceso de fraccionamiento de los Tupas (que llevan a la división del FER y a la constitución de otras varias estructuras diferenciadas de la Orga, como el FRT, el 22 de diciembre….) habían llegado a conclusiones parecidas. Los que veníamos del sector estudiantil, docente, bancarios…la cosa había pasado por elementos más teóricos:
-         crítica del foquismo y defensa de la necesidad de un partido de cuadros
-         lucha de masas y lucha por la insurrección proletaria como perspectiva
-         crítica de la “liberación nacional” y del proyecto reformista (veíamos que la falta de crítica a los bolches había llevado a ser en los hechos una especie de brazo armado del reformismo)

Por otra parte la participación en gremios en lucha así como la influencia de las luchas internacionales (contra la guerra de Vietnam, la de los negros en Estado Unidos, la de los obreros y estudiantes en Francia, Italia, México…) nos habían impregnado de posiciones revolucionarias y todo lo que venía del PC, del PS y del sindicalismo oficial lo considerábamos reformista, reaccionario. No sólo nos enfrentábamos cotidianamente en las luchas con los agentes de los “bolches” que nos reprimían, sino que rechazábamos totalmente sus consignas reformistas (nacionalizaciones o reformas agrarias), contraponiéndoles consignas revolucionarias: abolición de la propiedad privada y del salario,  revolución sexual, destrucción del Estado, lucha contra el trabajo, crítica de la moral burguesa, etc. Cuando ellos gritaban “unidad” te daban un garrotazo en la cabeza y cerraban las puertas de la Universidad para que no nos refugiásemos en la misma cuando nos corrían los milicos. Decían querer preservar la autonomía de la universidad, nosotros en lucha abierta contra ellos sosteníamos que dicha autonomía no servía para nada sino la ejercíamos protestando y peleando contra el Estado.

Por eso los elementos que Ángela y otros compañeros, que fuimos conociendo, aportaban nos resultaron tan complementarios con lo que mis compañeros más próximos pensaban. No sólo criticaban la concepción foquista que predominaba en los Tupas, sino la concesión a los bolches que significaba hacerle el juego a la alianza electoral frentista. El partido llamado “comunista” estaba para nosotros del otro lado de la barricada y defendía un proyecto social reaccionario.

Muchos de nosotros recibíamos entonces la repugnante propaganda rusa (¡decenas de revistas por semana casi gratis!) que era una inmunda apología del trabajo y de la organización de la sociedad en función del mismo, que veíamos como la cara pública de la militarización del trabajo a nivel nacional y que nos permitía afirmar que de socialismo en ese país, no había nada.  La propaganda de los bolches criollos de que lo de los campos de concentración era un invento de la reacción nos parecía sencillamente ridícula y la denunciábamos a menudo.  Si bien no sabíamos todavía hasta que punto  era un país abiertamente capitalista, sosteníamos claramente que no era socialista y en las polémicas que había se hablaba de un  modo de producción diferente al socialismo (teoría de la burocracia como “nueva clase social”) y al capitalismo, con una clase explotadora y violentamente opresora. Por otra parte algunas publicaciones hechas por el MRO y por Abran Guillén probaban claramente que Rusia funcionaba como una potencia militarista e imperialista en todo el bloque y el COMECOM (Mercado Común de los países de Europa del Este). Ángela se decía “libertaria” y compartía con nosotros esa visión de que los “bolches” representaban una fuerza tan enemiga como el propio gobierno nacional.

En base a esas coincidencias básicas, Ángela y sus compañeros próximos , nos fueron explicando elementos sobre el aparato de los Tupas que desconocíamos. Así nos dijeron que el Bebe, que desde hace años era clandestino, “varias veces tuvo que agarrar sus cosas y marcharse”, que incluso “estuvo a monte varios meses”, que “hasta pasó mal por no tener donde dormir y porque no le daban medios…y que hasta “estuvo laburando en la construcción como simple peón”.

Así, sin conocer mayores detalles fuimos sabiendo que ellos, desde que Sendic había sido apresado (caída de Almería) se habían opuesto al funcionamiento que querían imponerles, y que habían seguido actuando y haciendo acciones directas en forma autónoma. Que la Orga les había pedido que entregasen las armas, pero que no sólo no lo habían hecho, sino que se habían encontrado con otros grupos de compañeros que pensaban, más o menos lo mismo, y que seguían desarrollando su propia estructura en forma autónoma en relación a los Tupas. Incluso que varias veces los Tupas oficialatas loshabían amenazado pero que no aflojaron. Así fuimos entendiendo que las posiciones de Ángela sobre el Frente tenían una base más completa y que teóricamente había también una ruptura con el Frentismo y el aparatismo dominante en los Tupas.

Con el tiempo, nos pasaron algunos documentos escritos elaborados por compañeros que “estaban en la misma situación que ellos”.  Luego supimos que su autor era el “comeuñas”, Mario Navillat, otro de los fundadores de los Tupas, que en base a Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política de Marx había elaborado unos borradores, en los que recuerdo se afirmaba la necesidad del proletariado de llevar adelante la guerra social al mismo tiempo ocupando y haciendo funcionar la producción.Hablaba de “autogestión”, pero esa palabra ha sido tan desvirtuada que me parecería desvirtuar el trabajo mismo, de esos valiosos compañeros, el utilizarla hoy sin otra explicación. Desconozco si ese documento fue o no conservado, pero recuerdo vagamente que se explicaba que asumiendo la producción y la distribución directamente, el proletariado iniciaba la superación del trabajo alienado. Insistía en que, en ese proceso, el proletariado va viendo y mostrando que tanto el patrón como el sindicalismo y el sindicato (que, con su burocracia, se basa en la separación y alienación del trabajo) no son indispensables y que se muestran como lo que son: una traba en la defensa de sus intereses. Agregaba que los lugares de trabajo ocupados y produciendo, debía defenderse hasta con las armas en la mano y extender, dicho proceso, a toda la producción social, para ir generando la sociedad futura que se concebía como un proceso, y a la vez, como resultado de la guerra social. Era una concepción estratégica global.

Sin embargo, el acuerdo que más unificaba a esos compañeros “inorgánicos” y cada vez más contrapuestos con “la Orga oficialata” (era así que los críticos denominábamos a los mandamases que entonces rodeaban al “Ñato”) era la convicción de que el aparatismo centralista iba a la catástrofe, que “ninguna organización estructurada en forma piramidal puede enfrentar la represión” y quien mejor había expuesto esto había sido Carlos MARIGHELLA

Algunos compañeros me han señalado que parece incoherente que Marighella, que pasó a la historia como el extremo del foquismo y el militarismo (y que por eso su ruptura con el reformismo burgués sea relativa), haya podido influenciar a compañeros que en los hechos se afirmaron en rotura con esas concepciones. La respuesta está en que de Marighella el único documento que realmente era conocido era el Mini Manual del Guerrillero Urbano, en el cual se critica explícitamente la estructura tradicional de la organización, inidentificable con el oficialismo Tupa y se preconiza la acción de los grupos guerrilleros actuando descentralizadamente, desarrollando infraestructura y actuando con total autonomía con respecto al centro. En estas afirmaciones los compañeros habían encontrado los mejores elementos para contraponerse a la centralización burocrática Tupamara.
Sólo a título de síntesis cito a continuación uno de los pasajes más representativos de Marighella en la cual queda clara esa concepción:

“…es esencial el evitar cualquier rigidez en la organización para permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de fuego. El viejo tipo de jerarquía, el estilo del izquierdista tradicional no existe en nuestra organización.Esto significa que, a excepción de la prioridad de objetivos designados por el comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede decidir en asaltar un banco, secuestrar o ejecutar un agente de la dictadura, una figura, identificada con la reacción, o un espía norteamericano, y puede llevar acabo cualquier tipo de guerra de propaganda o de nervios en contra de un enemigo sin la necesidad de consultar con-el comando general. Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando órdenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización.

Por eso, explicaba Ángela y los otros compañeros, el modelo tiene que ser el de los grupos independientes que actúan en base a decisiones del grupo mismo, y en eso estaban. No había que esperar nada de una estructura central, que además trababa la acción, sino comenzar a actuar. El concepto mismo de la organización, como conjunto coordinado de grupos de acción independientes, era rotundamente opuesto a “La Orga” de los oficialatas.

Esa realidad, de los grupos independientes, fue al principio, socialmente mucho más importante de lo que recoge la historia oficial, como ha pasado en todas partes del mundo, pero ni los dirigentes de las “orgas” lo consideraron importante (en la prácticalo despreciaron y fueron sectarios con los compañeros que actuaron de esa manera), ni los milicos que en todo veían, una estructura militar y centralizada tal como ellos funcionaban, fueron capaces de entenderlo. Los mismos medios de comunicación sólo veían las acciones en términos de aparato y también contribuyeron a ocultar dicho fenómeno y a consolidar la historia tal como mejor convenía a la represión: como una lucha de aparato contra aparato.

Los CAT (comando de apoyo Tupamaro), los GAF (grupo de acción en formación), el fenómeno de los CAT denominados “silvestres”…, fueron también una forma aparatista de interpretar, canalizar, visualizar y encerrar una realidad mucho más amplia y compleja, por la cual el proletariado tendía a organizarse para la pelea. Según dicha visión y canalización todo iba hacia los Tupas o se hacía en su apoyo; en los hechos el aparatismo fue liquidando o cooptando el accionar autónomo por diferentes procedimientos.

A tantos años, de nuestra gran derrota, resulta importante recordar que justamente, en los años de mayor lucha, el fenómeno de autonomización y de la acción (mal llamada)“inorgánica” tuvo un gran desarrollo, hasta que falta de una perspectiva revolucionaria propia, comienza a desgastarse. La fuerza de dicho fenómeno va decayendo durante todo el año 71, en la misma medida que la protesta se la va encerrando en el electoralismo y el aparatismo, hasta liquidarla totalmente en los años siguientes.

Incluso antes de que se teorizara la autonomía de los grupos de acción, principalmente en los años 1968 y 69, al mismo ritmo que nadie más creía en que las cosas pudieran solucionarse por vía electoral, era cosa de todos los días el organizarse para luchar, en las fábricas, lugares de estudio, barrios, oficinas, en la salud,… La gente veía que el nivel público de organización era insuficiente y con total normalidad se creaba un nivel de organización semiclandestino que se compartía sólo con algunos. En todas partes había varios niveles de organización y pelea, a veces tres o cuatro en el mismo lugar de trabajo o gremio. Así habían surgido grupos que hacían acciones (asustar a algún carnero, tirar unas bombas de alquitrán, alguna molotov con temporizadores, miguelitos…) y que también leían, discutían y se formaban, en base a alguno con mayor experiencia, en el manejo elemental de las armas o en las cuestiones teóricas de la revolución…En esos años ese tipo de agrupación en el medio obrero, en los bancarios o en las agrupaciones estudiantiles era cosa cotidiana y la autonomía era un hecho.

Fue después que, ese riquísimo proceso de afirmación de la clase, se fue canalizando hacia el aparato. Hoy pienso que lo que más contribuyó a ese proceso de canalización fue la relación de fuerzas entre las clases, el hecho de que a pesar de todo, las luchas se perdían (en el sentido del resultado inmediato: los cañeros recibían palo y no tierra, los obreros frigoríficos perdían los 2 kilos de carne, la UTE seguía aumentando y cobrando sus tarifas, los planes de austeridad pachequistas habían logrado bajar brutalmente el salario real de todos los asalariados del país) y ello generaba un sentimiento social de que la represión podía más. El movimiento mismo no sabía como dotarse de una estrategia ofensiva que llevara al triunfo.

Al mismo tiempo, como contradiciendo esa serie de derrotas, las acciones centrales llevadas a cabo por los Tupas, caían siempre como los “muchachitos de la película”, no sólo eran muy buenas y simpáticas, sino que ganaban y creaban la impresión de que al final : tenían que ganar.

Con Ángela y otros compañeros siempre comentábamos que muchos obreros o gente de barrio decía: “que voy a hacer yo si no sé ni tirar un tiro y me cago todo”, “a mi no me reclutan porque soy un animal”, “no vamos a andar tirando molotov cuando la cosa se resuelve con bazucas”, “los Tupas son unos cracks”.  Evidentemente que la prensa, la televisión y las propias fuerzas represivas empujaban a ver las cosas en este sentido, los responsables siempre eran los “innombrables”, los “subversivos”…, las acciones era siempre con ingenio e ingeniería y, como además no se podían nombrar, todos pensaban en “los Tupas” (o a veces en algún otro aparato).

Poco a poco,la clase misma iba perdiendo protagonismo frente al mundo de los aparatos y la espectacularización del accionar armado. Poco a poco la población se fue sintiendo impotente para actuar y más espectadora de una pelea que la superaba y a la cual sólo podía asistir como espectadora. Lo cierto fue que ya durante el año 70/71 el encuadramiento aparatista se iba imponiendo y resultaba cada vez más difícil en el medio obrero, estudiantil o barrial, mantener estructuras autónomas de organización proletaria y se fue creando la sensación de que frente a la represión organizada y centralizada, sólo una organización como los Tupas podía hacerle frente. Lo que por supuesto llevó a que muchos sólo se sentían capaces de aplaudir a quien hiciera el mejor gol y que sin que nos diéramos cuenta, se estaba allanando el terreno, para que la represión pudiese actuar, sin obtener más, que una reprobación que también, sería pasiva.

Cuando nos conocimos con Ángela y se dio esa confluencia entre grupos de diferentes experiencias, aquella actividad real barrial de los grupos de acción independiente ya tenía menos importancia social, ya se lo estaban comiendo las polarizaciones tal como estaban planteadas oficialmente y gracias al espectáculo.

Con frentismo policlasista y aparatismo ya íbamos al muere. ¡Aunque conocí alguno que lo dijo, que lo predijo, la mayoría de nosotros creíamos que el partido recién empezaba y que todavía estaba todo por hacer!


BORRADOR 4: ACCION AUTONOMA Y CORDINADORA



Justamente, en 1970, cuando Ángela y su círculo más próximo de compañeros actúa en forma autónoma con respecto a “la Orga”, ya se encuentran (nos encontramos) a contracorriente. Si en los años 68/69 los Tupas aparecían como una expresión más (tal vez la más potente, pero con seguridad la más espectacularizada) de la resistencia a la dictadura de Pacheco, que se la enfrentaba por doquier, durante los años 70/71… se fue imponiendo socialmente la idea de que sólo quedaba la alternativa electoral o la Tupa (y secundariamente las otras organizaciones armadas). Hasta personajes como Fidel Castro con sus declaraciones contribuían a ese proceso, por el cual el proletariado mismo se desdibujaba: ¡o el Frente o los Tupas! Declaraba Fidel desde Chile, suscitando un gran escándalo.

Pero es preciso señalarlo que fue un fenómeno que nos superó a todos: socialmente la visibilidad de la revolución social se fue opacando y sólo aparecía como alternativa el frentepopulismo y el aparatismo (que estaba de parabienes, ¡es el apogeo de la Columna 15!).

Las estructuras de base agrupacionales, de fábrica, de estudiantes (¡incluso el querido FER!), de barrio, etc. van perdiendo fuerza en relación a las “organizaciones políticas” (¡cómo si las otras no lo fuesen!), y cuando subsisten los grupos de acción, luego de la tormenta se plantean de una u otra forma “integrarse” a las “fuerzas combatientes”, lo que se va haciendo cada vez más sinónimo de ingreso al aparato. Socialmente aquellas estructuras no conciben el salto de calidad en lo armado por sí mismas (como por ejemplo sucedió en Rusia con los Soviets o con las UHP, Uníos Hermanos Proletarios, en España), sino renunciando a su propio accionar.

Las armas mismas que circulan son cada vez menos, por la creciente represión, porque el terrorismo de Estado va imponiendo el monopolio de las mismas, pero también porque los Tupas piden hacer inventario de poseedores de armas y lugares de depósito para expropiarlos o poder utilizarlas en un momento dado, y después porque se pide a todos sus contactos y colaboradores que por las vías que se puedan, hagan que todas las armas vayan a parar a “La Orga”. Justamente esta era otra discrepancia general entre los oficialistas y aparatistas y todos los grupos de acción independientes de cualquier tipo. Pero repito, en esto quienes iban ganando eran los aparatistas. Tanto es así que esa línea triunfaba también en los organismos de masa: “aquí no se viene a hacer política”, “en el sindicato no se puede organizar la violencia, para eso está la organización política de cada uno” e inclusive: “este que viene con ese discurso incendiario, no es del sindicato, para hacer la revolución que se haga guerrillero” Sí además, se filtraba la noticia hacia el aparato que tal o cual estaba organizando un “grupo armado diferente”, se hacía una campaña contra el mismo y muchas veces, la Orga misma, se encargaba de enchastrar a los compañeros concernidos.

Es decir que por todas partes se reprimía que la clase se constituyera como clase en fuerza contra la fuerza y represión del Estado.

Los comités barriales hubiesen podido ser algo diferente. Los partidos del frente los temieron y trataron de impedir su funcionamiento al principio. Cuando la realidad los superó y los comités se desarrollaron contra su voluntad, aquellos partidos, que no los querían ni reconocer, se largaron a imponerles la línea electoralista y a oponerse a que fueran cualquier otra cosa. Por eso los comités del Frente fueron electoralistas, algunos desde el principio y otros poco a poco, la tendencia revolucionaria no tenía cabida dentro de esas estructuras y fue perdiendo fuerza. Así como la Tendencia Revolucionaria fue perdiendo peso social (la posición ambigua de los Tupamaros y casi colaboracionista con el Frente Amplio contribuyó a eso), en los comités mismos resultó imposible organizar la resistencia a la dictadura de Pacheco. La estructuración de una fracción que organizara la violencia minoritaria de clase fue saboteada por todos los partidos políticos del Frente Amplio (a excepción de grupos minoritarios de  militantes independientes, el MRO, las juventudes de Michelini, Roballo, algún compañero del grupo de Erro, parte del 26 de marzo, etc.)

Hubo conflictos de todo tipo entre quienes querían concentrar el armamento y quienes nos oponíamos… Conocí y viví varias experiencias nefastas en este sentido, y Ángela, Mario, y varios otros compañeros a los que fui (fuimos porque también yo fui acercando otros compañeros de otros horizontes) conociendo junto a ellos ya estaban tan enojados con el tema, que habían decidido actuar abiertamente contra ese tipo de prepotencia aparatista. Además decían “el Bebe está con nosotros contra todos estos, más de una vez nos envía mensajes desde Punta Carreta diciendo que no había que aceptar esa línea”

Es así que se concibe un proyecto mucho más general que consistió no sólo en oponerse al desarme de los grupos autónomos para armar el aparato Tupa, sino por el contrario en armar a “la gente que lucha”. Algunos compañeros lo expresaban más explícitamente “no hay que aceptar desarmar al proletariado para armar al aparato, sino al contrario poner la fuerza de todos los aparatos para armar al proletariado”
Ya a esa altura había un conocimiento mutuo entre varios grupos que hacían sus acciones en sus respectivos lugares de militancia y que se reunían para apoyarse, para asegurar por ejemplo el servicio de sanidad o para prestarse armas, pero que se reconocían como autónomos de cualquier “organización política” u “organización centralizada”. En ese contexto Ángela y 3 compañeros más nos presentan un proyecto de operar juntos, varios grupos autónomos, con el objetivo declarado, de “armar las luchas”. Explícitamente nos dicen “no se trata de hacer otra organización, tampoco de conseguir armas para nosotros”, sino de “contrarrestar la tendencia actual de llevar las armas hacia el aparato” con un proyecto que consiste en “expropiar armas para armar a la gente que pelea”. Armar las huelgas, armar los gremios en lucha, armar las bases que pelean, armar los cantegriles y otros barrios proletarios.
La argumentación era bastante más desarrollada y profunda, se sostenía explícitamente que las armas en los locales tupas, se usaban ahora sólo para acciones grandes y que el resto del tiempo quedaban paralizadas, que así cuando caen, caen cada vez más rápido y más juntas…, que se estaba traicionando aquel principio de base de años anteriores de la descentralización logística…, que ahora la centralización burocrática y oficialata había degenerado en una centralización de infraestructura y operativa lo que, decían con razón, es “directamente liquidacionista, no sólo porque es cada vez más pesado hacer operaciones si no las aprueba la burocracia, sino porque es a largo plazo suicida frente a la represión”.Además, se decía, lo que están haciendo los que mandan ahora en los Tupas, es justo lo contrario. El aparato centralizado quiere controlar y dirigir todo y eso es suicida, como fue probado en Argelia (todos habíamos visto la película prohibida en Francia: “La batalla de Argelia”).
Lo que se necesita es la independencia de acción y de logística de cada grupo de compañeros, como lo había defendido Marighella. El diario del Guerrillero que hacían circular Ángela y otros compañeros discrepantes decía: 
“Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando ordenes de arriba. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrillero urbano que quiere establecer un grupo de fuego y empezar acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la organización. Este método de acción elimina la necesidad de conocer quien esta llevando acabo que acciones ya que hay libre iniciativa y el único punto de importancia es aumentar sustancialmente el volumen de la actividad guerrillera para desgastar al gobierno y obligarlo hacia la defensiva. El grupo de fuego es el instrumento de acción organizada. Con él, las operaciones de la guerrilla y las tácticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito… La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de coordinaciones entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el comando general y que también participan en los ataques; y organización que existe con el único propósito, simple y puro, de acción revolucionaria”

Nos proponen concretamente enviar 2 delegados para participar en una acciones de pertrechamientoy apoyo a los grupos de acción.... Dicha coordinadora asegurará antes que nada un servicio de sanidad y planificará y llevará a cabo algunas expropiaciones de dinero para comprar un gran número de armas. Del pequeño grupo de jóvenes compañeros (del cual yo formaba parte) fuimos a esa coordinadora Alejandro Mosca (compañero ya muerto) y yo.

La coordinadora en realidad ya estaba funcionando, así como el aparato de sanidad con Navillat y otros médicos compañeros y la propia Ángela que tenía gran experiencia como nurse. Durante años habían constituido equipos de sanidad en los Tupas y también habían curado a combatientes que no estaban en la Orga. Ahora veían que cada vez era más difícil para combatientes no centralizados por la Orga ser recurridos sanitariamente y se habían organizado y actuaban para ello.

Tal vez, en ese sentido, la coordinadora haya surgido antes por la necesidad de organizar un equipo de sanidad con compañeros no aparatistas y sólo luego, haya impulsado acciones militares de pertrechamiento por las mismas razones.

A tantos años de lo sucedido me parece importante subrayar esto que fue, a mi ver la única tentativa de armar al proletariado, en vez de armar a su propia organización, que hubo en el Uruguay, o si se quiere, de contrarrestar una tendencia aparatista que nos llevaba a la ruina.

En realidad ya era muy tarde, ya la cuenta atrás se había iniciado, pero a tantos años de lo que sería nuestra gran derrota y la liquidación durante décadas de la lucha revolucionaria del proletariado en nuestro país, me parecía importante dar a conocer este precedente histórico, por el que muchos compañeros que ya no están, pelearon y dieron lo mejor de ellos, como la Negra Ángela, Mario Navillat, Fernando O’Neill, Arazatí López López, Alejandro Mosca, Bernardo Arnone… y muchos más cuyos nombres no conozco y que tal vez nunca serán conocidos.

Cabe señalar que entonces yo no conocía los nombres de muchos de estos compañeros que ahora menciono. Los fui averiguando muchos años después de que hubieran muerto o hayan sido asesinados como Arazatí Lopez en Chile en 1973, Bernardo Arnone en 1976 Argentina…y que fueran enterrados como Tupas o militantes de la FAU.



Borrador 5: REFORMA O REVOLUCIÓN


Es así que, aproximadamente entre los meses de abril y julio de 1971, aquella coordinadora, que Ángela y otros compañeros habían forjado, impulsa varias tentativas de apropiar armas con el objetivo de “armar la gente que lucha”.  Pero las condiciones eran cada vez más difíciles y poco a poco los compañeros que coordinaban llegaron a la conclusión que el control sobre todos los depósitos de armas en el país era total y que la única forma de dar un salto de calidad era recurrir a importar varios miles de armas que, en contraposición a lo que se estaba haciendo de concentrar en los locales de los Tupas, debían ser entregadas a los proletarios en lucha. Para lo cual comunicaban, los compañeros más veteranos, habían los contactos necesarios en el exterior, pero teníamos que reunir los fondos necesarios.

A tales efectos una parte de los compañeros que coordinaban se pusieron a la obra y seleccionaron objetivos y comenzaron a hacer algunas acciones. Pero la heterogeneidad del equipo que se decidió que actuara era terrible. Había compañeros con una gran experiencia y otros demasiado jóvenes e inexperimentados, había algunos consecuentes y otros irresponsables…, pero por sobre todas las cosas muy rápidamente el grupo que operaba, no tenía la coherencia de una disciplina común. Muchas veces discutí con Ángela y otros compañeros y luego discutimos con Sendic, de esa otra cara de la autonomía  que se revelaba problemática cuando se debía asumir tareas arriesgadas. Dichas tareas requerían una disciplina estricta, que era difícil improvisar, en una coordinadora o un grupo que sólo se reunía para operar.

En ese período decisivo cada grupo o compañero seguía con sus actividades, con su militancia en el lugar de trabajo, de estudio o barrial y en algunos casos con su colaboración con otros grupos y organizaciones “políticas”, porque eso se consideraba primordial, y al mismo tiempo, se hacían esas tareas, instrumentadas por esa coordinación de grupos con el objetivo de “armar masivamente a la gente que pelea”.

En cuanto a la coordinación misma, si bien alguna de las operaciones efectuadas fue positiva, en el sentido de que se hizo la expropiación y se obtuvo algo de dinero, también hubo grandes problemas en las acciones que se intentaron, por errores, por irresponsabilidades, por falta de coherencia ente los compañeros…y el proyecto general no se concretó en los plazos establecidos.

También hubo choques importantes entre compañeros sobre criterios de seguridad, utilización de los fondos expropiados, etc. Lo cierto es que poco a poco la coordinadora funcionó cada vez menos, cada uno de los grupos y compañeros continuaron con su actividad anterior, salvo los compañeros más próximos a Navillat, O’Neill y Arazatí López que habrían seguido con él, hasta que, habiendo sido denunciados e identificados (más de una año después) logran salir del país.

Incluso entre los compañeros del barrio hubo un cierto distanciamientos por un conjunto de factores diferentes., incluso personales. Tuvimos nuestras diferencias y distanciamientos con Ángela y sobretodo con su compañero Mario. El hecho culminante de ese distanciamiento fue el hecho de que ellos comenzaron a trabajar y le abrieron las puertas a “compañeros” que algunos los veíamos como un peligro, por lo BOCAMAROS que eran. ¡Como Jovita Silveira que contaba a todo el barrio sus hazañas Tupamaras!

A tantos años de lo sucedido, lo que más interesa subrayar, cuando se habla de aquella tentativa no es tal o cual acción, operativo, o “hazaña” específica de tal o tal compañero o grupo de compañeros, sino por el contrario la contraposición total entre dos proyectos, que por otra parte superan nuestras experiencias particulares: el reformista y el revolucionario. La derrota logró hacer desaparecer a éste último de la escena política en Uruguay durante décadas. Descuartizado el movimiento revolucionario, en el período 71/76 por el terrorismo de Estado, nadie más cuestionaba el capitalismo. Toda la oposición fue dominada por el frentismo y el reformismo, hasta los “fraccionalistas” y “anarquistas” fueron destruidos como organización autónoma y/o cooptados hacia el frentismo (PVP).

Por eso mismo, hoy que se vuelve a hablar de revolución, de planteo y estrategia, de volver a poner sobre el tapete los fundamentos revolucionarios, tan olvidados, me parece esencial decir que era por eso que peleábamos todos nosotros y no por cambiar algunas jetas en el gobierno por otras. Volvamos entonces a la Negra Ángela para volver a poner aquellos fundamentos al orden del día.

¡No tiene gollete y es insultante, que se pretenda hacer creer que miles de luchadores sociales que dieron su vida,luchaban para entronar un Seregni, un Vázquez, un Mujica, un Huidobro…que como era de esperar hacen la misma política que un Chicotazo o un Pacheco Areco!

Luego de la fase, en la que participamos en esa coordinación de grupos, los encuentros con Ángela fueron menos seguidos, en la medida en que no hacíamos una actividad específica juntos, pero los pocos que hubo no fueron menos fructíferos, en el plano de comprensión mutua y de acuerdos globales. Fue entonces que tomamos más tiempo para leer, intercambiar y discutir hasta muy tarde. También influenciados y contribuyendo con algún compañero del FRT se hicieron algunas estructuras de, formación e intercambio,en las que algunos participábamos.

Con el correr de los meses, nos fuimos dando cuenta que lo que el fenómeno del frente había aparecido como sustituto y hasta de consolador del conjunto de estructuras de lucha de masas que había antes. Ya no había proletarios organizados por sus intereses en la fábrica, el centro de estudio, el barrio, en todas partes luchando contra el régimen; sino sólo “masas frentistas”. En esas reuniones más informales y teóricas comprobábamos que al mismo tiempo que se había ido diluyendo la polarización entre revolución y contrarrevolución se fue imponiendo una división en términos de derecha e izquierda, que en vez de unificar a la gente la dividía por ideologías burguesas. Además,constatábamos, que lo que iba ganando a las masas frentistas era un proyecto ideológico totalmente democrático burgués,que no nos interesaba para nada. ¡Nadie agarraba las armas para cambiarle la jeta al régimen como querían los programas del Frente!

Como docente en Ciencia Política en Derecho, incluso recibí una propuesta del Frente de integrar la comisión de redacción del programa del Frente, pero nunca la acepté, ni pensé que se podía reformar el reformismo.

El reformismo, para nosotros (es decir todos los que nos sentíamos unificados por la lucha revolucionaria internacional),  no era el menor de los males como nos decían los aparatistas (los más fierreros no se daban cuenta que eran los más conciliadores en lo programático con el reformismo), sino bien por el contrario, la careta más cínica del capitalismo y de la contrarrevolución. No nos interesaba para nada una lucha para mejorar un poco el capitalismo con alguna u otra reformita.

Ángela decía clara, calma y públicamente, que ella se consideraba libertaria y contraria al reformismo; nosotros seguíamos defendiendo la tendencia revolucionaria y empujando en todas partes su organización.Las consignas venían de las manifestaciones mismas por ejemplo del FER “queremos al ministro tal colgado con las tripas de tal burócrata del Pc”, “no habrá revolución hasta que el último capitalista no sea colgado con las tripas del sindicalista tal o cual” (¡en general incluían un bolche!), etc.

El rechazo de la izquierda y derecha del sistema y de los imperialismos yanqui y ruso era la tendencia internacional de lo que fue el gran movimiento de los años 65/68 y con ella nos identificábamos. El proyecto social que vislumbrábamos se había ido gestando internacionalmente en contraposición al reformismo y para nosotros estaba expresado en un movimiento mundial del que nos considerábamos parte: las revueltas del proletariado negro en USA, la lucha contra la guerra de Vietnam en todas partes, la revolución cultural en China, las revueltas proletarias en Córdoba, México, Paris, Italia…,la “primavera Checa” y el enfrentamiento a los tanques rusos…

En todas esas revueltas la izquierda del sistema, socialdemócrata o “bolche” había mostrado su carácter contrarrevolucionario. Todos queríamos al Che y su lucha, aunque no nos cerraba mucho que haya confiado nada menos que en los bolches, y nos decíamos ¡qué otra cosa que la traición podía haber esperado de ellos! Ninguno de nosotros haría confianza a Monje, ni a Arismendi y nos preguntábamos desconsolados: ¿cómo el Che había caído en esa trampa?¿cómo era posible que el Che no supiera que eran sus enemigos?

La historia oficial ha dividido la cosa como si la única diferencia entre la izquierda burguesa y los revolucionarios fuera, que la primera estaba por las reformas sindicales y la salida electoral y los segundos estábamos por la lucha armada. La diferencia era mucho más profunda y cualitativa. Pero sobre la misma se ha escrito muy poco. Aunque no se trataba de una estrategia acabada, los que nos decíamos revolucionarios sabíamos que los caminos eran totalmente diferentes. A nosotros no nos interesaba reformar, ni nacionalizar nada, y las consignas de ese corte nos parecían conformistas, cómplices con el capitalismo. La revolución era para nosotros un cambio total de la vida del ser humano que comenzaba por la destrucción de la “sociedad mercantil generalizada” (que es como Marx define el capitalismo).

Sin gritar estas verdades, no se entendería lo que quiero decir con el título:¡hasta que punto la lucha de Ángela al ser revolucionaria, no podía ser nunca oficialista Tupa!

La lucha contracorriente fue, en aquellos años, muy común en muchísimos compañeros tanto adentro como afuera de los Tupas. Fue una verdadera Tendencia Revolucionaria del proletariado en este rincón del mundo, que se levantaba junto con esa misma tendencia a la destrucción del capitalismo que conmovió al planeta desde  Córdoba a Pekín, desde Praga a Paris..

Con el lavado de cerebro a la población, con la desaparición de compañeros, con la tortura y masacre, el Estado hizo también lo posible por hacer desaparecer la memoria hasta del “porqué luchábamos”. El Museo de la Memoria en Uruguay es una burla sobre todo eso y podríamos llamarlo “museo de la organización del olvido”  o de la distorsión histórica.

La derrota hizo que después hasta se olvidara socialmente el por que luchaba toda una “generación” de luchadores sociales: en la que había veteranos octogenarios y botijas que recién entraban al liceo. Durante años, a los pocos locos que siguieron luchando contracorriente se los ninguneó y marginó, diciendo que todo eso era utópico y predominaba la política de lo posible,  el Frente Amplio,  el “hay que ser realista” y el “mal menor”. 

Hoy a tantos años está quedando en evidencia que lo utópico no es la revolución, sino al contrario imaginarse que el capitalismo se puede mejorar y que esa política de “lo posible”, del “realismo oportunista, del mal menor, que ya entonces defendían los Tupas oficialatas, termina adonde debía terminar:  en contrarrevolución; en los basurales de la historia.

Vuelvo al 71. Es paradójico que fuera en ese período, que hacíamos menos cosas juntos, que nos fuimos dando cuenta de lo importante que eran los acuerdos globales, que ligaban a los compañeros que luchaban por la revolución, en contraposición con quienes defendían el reformismo. Tal vez porque ya nos sentíamos más minoritarios y a contracorriente que antes, cuando nos veíamos luchando junto a todos en la calle. En el 68/69, nos sentíamos capaces de todo por la fuerza que imponía el movimiento social; a fines del 71, ya teníamos ese sentimiento de aislamiento, que nos llevaba al matadero físico y también a nuestra liquidación como opción social revolucionaria.

Organizativamente Ángela, Mario y el puñado de compañeros más próximos a ellos siguieron siendo, durante esos meses, un grupo militante relativamente autónomo, hasta luego del Abuso y la discusión con Sendic. A pesar de ello fue durante esos meses que actuaron bastante coordinadamente con la organización “22 de diciembre”, aunque también sé que, como siempre, también colaboraban con estructuras de los Tupas.


BORRADOR 6. 

TUPAS, FILO BOLCHES Y SECTARISMO


Cuando se produjo Estrella, la fuga de las presas de la cárcel de Cabildo, hubo un pedido general de ayuda para contribuir de muchas formas a la “nueva fase” de la vida de las compañeras fugadas. Ángela me vino a buscar y a pedir apoyo y de mi parte largamos por todas las vías posibles el pedido, se necesitaban ropas, abrigos, vehículos y sobretodo locales o al menos lugares adonde las presas pudieran pasar el peor momento. Independientemente de lo que cada uno estaba haciendo ese tipo de apoyo y solidaridad era para nosotros indispensable y contribuir a la necesaria clandestinidad de las compañeras era para nosotros elemental. Sé que Ángela hizo de todo para dar apoyo en los días más necesarios, juntó varios compañeros para ello y puso un vehículo que tenían a disposición. En ese entonces a nadie le importaba “su fraccionalismo”, que ella siguiera reivindicando divergencias con los aparatistas, que siguiera incluso contribuyendo a “otra organización” como era entonces el “22 de diciembre”, ni siquiera que la infraestructura utilizada hubiese sido forjada con aquel esfuerzo de coordinar “grupos inorgánicos”.

Es importante subrayar esta contraposición total de actitudes. Los burócratas y aparatistas consideraban casi como enemigos a la gente que los había criticado, a quienes no se sometían a su disciplina y especialmente a quienes se habían opuesto a entregarles las armas. En cambio Ángela y el puñado de compañeros próximos consideraban, a todos los que estaban en confrontación con el Estado burgués, como compañeros y actuaban consecuente y solidariamente con ellos. Dicha contraposición de prácticas fue evidentemente más violenta aún, cuando después nos encontramos como presos.

Concretamente la mayoría de la dirección de los Tupas había sido sumamente sectaria y represiva con todos los discrepantes. Se los descalificaba y se les inventaba historias y se utilizaba el descalificativo de “microfraccionalista” para todo compañero crítico.

Se trataba de una brutal maniobra política porque se aplicaba el descalificativo que utilizaba Fidel, Raúl Castro, el Gobierno cubano contra la infiltración y maniobra de Escalante (ex secretario general del PC cubano oficialista) para poner “la revolución” al servicio de Rusia. Raúl Castro había hecho su informe sintetizando todas las pruebas del complot proRuso, dirigido por Escalante, incluso con complicidad de la embajada de ese país (ver Informe Raúl Castro)Para nosotros era el Ñato y compañía que correspondían más al microfraccionalismo en Cuba, por servir objetivamente a los bolches, a la línea de Moscú, y él nos aplicaba ese calificativo a nosotros que no teníamos ninguna simpatía por los bolches para descalificarnos y falsificar la realidad.

Ya entonces el factótum de esta maniobra fue Huidobro: el aparato te condenaba en nombre de lo que ellos realmente estaban haciendo: aceptar la ideología del PC al someterse a un Frente popular. Ya entonces Huidobro y sus seguidores estaban en la ideología de lo que sería luego los comunicados 4 y 7, del frente populismo, posición idéntica a la del PC y acusaban a quienes más denunciaban al reformismo y al PC, justamente de “microfraccionalismo”, para subirse a la moda cubana y falsificar la realidad. Unos años después, ese mismo y repugnante individuo,Huidobro, escribiría su pretendida “autocrítica” usando el mismo procedimiento de falsificación de todo e inversión de conceptos: según él siempre fueron los otros, los más “marxistas leninistas” (estalinistas); en los hechos su estalinismo consecuente los llevó a abrazarse con los capitalistas represores.

Lo bueno era que con Ángela teníamos fuentes de información muy dispares y lejanas y podíamos cotejarlas. Mis compañeros más próximos eran justamente de muchos grupos divergentes, desde el “movimiento becario” a las agrupaciones estudiantiles radicales, del FER al Nocturno, de los cantegriles a la Juventud Pregón, de los compañeros de Bellas Artes a compañeros del FRT. Ella se había reencontrado con compañeras presas al mismo tiempo que renovado contacto con algún cañero y otros tupas viejos y conocía la militancia radical de todo el sector de la salud. Además en las luchas coincidíamos con compañeros anarquistas de diversas tendencias (Roe, Bellas Artes, individualistas…) que aportaban su visión clasista y consecuentemente muy crítica del frentismo. A pesar de ese impulso de solidaridad frente a la represión que se produjo a partir de la fuga de la Cárcel de Cabildo y la concreción de ciertas posibilidades de acción directa, la polarización entre oficialistas y críticos se había seguido desarrollando. De todas esas fuentes llovían los cuentos y anécdotas sobre el sectarismo y el aparatismo: se amenazaba a compañeros por no entregar las armas y sobretodo por organizarse en forma independiente. En algunos gremios se denunciaba a tal o cual por crear una estructura armada en “forma silvestre”… Incluso se había arrestado a compañeros y se los había dejado encerrados varios días en un local (“cárcel del pueblo”) y en otros se había llegado a amenazar con la muerte.

Algunos jefezuelos tupas, además de alcahuetes de los bolches, eran verdaderos patoteros y amenazaban de muerte a los discrepantes. Si no hay pruebas de que Rosencof haya sido siempre agente del PC y la URSS, aunque muchos compañeros lo sostienen,sí hay todavía compañeros que están vivos, y que han denunciado haber sido amenazados de muerte por este sujeto. A 40 años de esos hechos cualquiera puede comprobar que esos “valientes” estalinistas, defensores del “socialismo en un solo país”, son en general los mismos que colaboraron con los milicos progresistas primero y que luego terminaron como los mejores agentes del Estado burgués y el imperialismo en el mismísimo Gobierno del Frente.

El método estalinista de acusar de agente del enemigo, a los militantes más consecuentes y discrepantes, fue evidentemente utilizado muchísimo en esos años en Uruguay, al igual que se había hecho en todas partes del mundo. Pero no sólo por los bolches criollos,sino también por los estalinistas Tupamaros.

Un ejemplo importante de ese método fue cuando el PC uruguayo en la FEU acusó formalmente a Heber Godoy,dirigente del movimiento becario y gran compañero de agitaciones y manifestaciones, aduciendo que luego presentaría “pruebas detalladas”, de ser, ni más ni menos que, “agente de la CIA”. El PC enfrentaba así  a un compañero muy querido que se hubiese podido llevar mucha gente en su ruptura. No fue un hecho pequeño o que pasara desapercibido, fue una denuncia formal reiterada decenas de veces y que motivara muchas reuniones del consejo federal de la FEU. Incluso las agrupaciones estudiantiles se posicionaran públicamente a favor o en contra de esa acusación durante meses y años. Hasta llegó el caso de que compañeros fueron interrogados en Jefatura por poseer volantes que decían que Godoy no era agente de la CIA. Los milicos no entendían gran cosa de esos locos que defendían a alguien con el argumento de que no trabajaba para ellos.

Lo peor fue que oficialmente los Tupamaros respaldaron esa infundada e inmunda acusación con la que persiguieron a ese valioso compañero durante décadas. Años después, se le pidió cuentas a Sendic de ese procedimiento estalinista y el mismo reconoció que no sabía explicar el origen de esa grotesca y mentirosa acusación que contribuyeron a difundir. No caben dudas de que eso muestra la influencia que tenía el estalinismo, como contenido y como método, dentro del aparato de los Tupas.

Pienso que fue, más o menos entonces, que una tarde que nos encontramos por casualidad en el Comité del Frente Amplio con Ángela (que a esa altura ni ella ni yo frecuentábamos muy seguido), nos fuimos para afuera a seguirla con un grupo de frentistas desconformes. Recuerdo que discutimos hasta que punto el programa del Frente, de los partidos que lo constituían, de los sindicatos era en realidad un programa reformista de mierda y reafirmamos, con otros compañeros, que nosotros luchábamos CONTRA eso y por la revolución social. Comprobábamos que lo mejor que pasaba en el comité, ya no pasaba adentro del mismo, sino en las discusiones que todavía había afuera. Tal vez no teníamos demasiado claro todo lo que significaba entonces “revolución” para nosotros, pero si afirmábamos y dejábamos claro que el asunto no era de reformas, de nacionalizaciones y otros proyectos progresistas;sino, bien por el contrario de expropiación y revolución.Nos gustaba afirmar públicamente que estábamos contra toda reforma incluida la agraria y afirmábamos que sólo la expropiación generalizada de la tierra y todos los medios de producción podían abrir la puerta a una sociedad socialista; que todo lo demás eran ilusiones reformistas.

Lo más importante era el demarcarse del proyecto de los bolches, que no sólo considerábamos reformista sino contrarrevolucionario. Como ya dijimos, para la juventud que luchaba contra el gobierno durante esos años, Rusia era todo lo contrario a un modelo de revolución. Sabíamos que la explotación del hombre por el hombre seguía existiendo en ese país y que los rusos habían sido los mejores aliados de los yanquis en la guerra y la represión de la revolución internacional. Para nosotros el sindicalismo bolche era algo así como gris sobre fondo gris, como lo era la apología del trabajo que hacían circular los bolches en centenas de pasquines que venían de Rusia. El socialismo revolucionario por el que nosotros peleábamos, los tenía a ellos también como enemigos. Como en muchos países en dichos años, la juventud consideraba con razón, que el sistema capitalista era mundial, que tenía una derecha y una izquierda (local e internacional) y se consideraba a si misma como ANTISISTEMA y en contraposición con todo el capitalismo, con su derecha y su izquierda.

No sé si fue en ese o en algún otro retorno que hicimos al “comité de base” a “ver si pasaba algo” que hubo otra gran pelotera entre los oficialistas del Frente y la base. Lo que recuerdo es que otra vez la mesa decidió funcionar sola y decidir un cuarto intermedio para deliberar a puertas cerradas. Más importante de lo que pasaba en el comité, recuerdo que en ese cuarto intermedio presenciamos una discusión entre dos viejos militantes españoles uno frente populista y del PC y otro que denunciaba al Frente Popular y el PC español por contrarrevolucionario y por haber secuestrado, torturado y masacrado a “anarquistas”. Este último decía que los estalinistas en España tenían todo un conjunto de casas en donde torturaban a la gente y habían utilizado sistemáticamente el método de desaparición de personas. Para nosotros esa fue toda una revelación, luego de eso buscamos información y comprobamos que eso de la represión de la revolución por parte del PC había sido también la clave de la contrarrevolución en España. Para varios compañeros que oímos esa denuncia clave eso fue muy importante para terminar de entender, hasta que punto el PC y el Frente amplio eran enemigos de la revolución a escala mundial.


Borrador 7: CON SENDIC


Durante esos agitados meses del 71 nos veíamos muy esporádicamente con Ángela y con compañeras y compañeros que había conocido por ella. Me consta que en esos meses, hasta el Abuso (el gran escape de la cárcel de Punta Carretas) y el reencuentro con Sendic, ellos siguieron contribuyendo y aportando todo tipo de apoyo (incluso económico gracias a las expropiaciones realizadas), a los Tupas, tanto para preparar “la que se viene” (sin dudas prepararon el Abuso), como para asegurar la clandestinidad de las fugadas de Cabildo y otros compañeros.  Al mismo tiempo continuaron su militancia junto con compañeros del “22 de diciembre”. De más está decir que los equipos de sanidad funcionaban permanentemente y Ángela y otras nurses y enfermeras, así como un puñado de médicos, seguían pecando por ayudar a compañeros de todos los grupos y organizaciones.

Que yo sepa, el propio Navillat seguía, con un puñado de compañeros, su proyecto de coordinación y expropiaciones con el objetivo de comprar unas 2000 armas para “armar la clase y no un aparato”, en forma claramente contrapuesta a los oficialistas Tupas, tanto desde el punto de vista teórico como organizativo. Pero al mismo tiempo contribuyó, cada vez que se requirió, en la atención medica de las que acababan de salir así como de otros compañeros clandestinos.

Es decir se seguía actuando anti sectariamente a pesar de que desde la Orga, cada vez se le hacía más la guerra a esas alternativas y en general a cualquier otra estructura de pelea que no fuera la que los aparatistas controlaban. Querían el monopolio de la lucha armada y algunos así lo reivindicaban. Eso era casi una excepción en el movimiento social de entonces. No sucedía así con las otras organizaciones o estructuras de la Tendencia, ni tampoco con los anarcos (de diversos horizontes, desde la FAU a los de Bellas Artes) que mostraban solidaridad y apertura a todo trabajo conjunto.

Poco a poco, en toda la tendencia (“inorgánica”) se iba asimilando el oficialismo tupa, el aparatismo, como lo más filo bolches y consecuentemente como liquidadores de la Tendencia revolucionaria en beneficio del FrenteAmplismo acrítico.

El “26 de marzo”, a pesar de que en su seno militaron entrañables y queridísimos compañeros revolucionarios, como organización consolidada, nunca asumió una práctica clasista y comprometida que se demarcara del reformismo burgués frenteamplista. No criticaban públicamente a los partidos burgueses del Frente, ni tampoco apoyaban a quienes hacíamos dicha crítica. Al contrario, repetían esa ideología del “estilo tupa”, “los hechos nos juntan y las palabras nos separan”, para llamarte a silencio. Aunque en los hechos se llegaba a una contraposición general con los sindicatos y estructuras oficiales, se oponían sistemáticamente a denunciar el carácter contrarrevolucionario de las organizaciones del PC, así como de la política entreguista de la CNT, la FEUU, la CESU…

Sintetizando: la política Tupa oficial “antisectaria”, con los reformistas y contrarrevolucionarios, era en realidad(por su empirismo y silencio programático),hocicante con ellos. Simultáneamente era totalmente sectaria con los revolucionarios.

Un día, Ángela viene a buscarme relativamente temprano a mi casa por algo “importante” y me lleva a su casa. Estaba ella y un solo compañero más, a quien no conocía, sin más presentaciones, charlamos de todo, respetando como siempre los elementos de compartimentación elementales. El compañero no pedía, ni proponía nada concreto, sino que intercambiamos ideas, propuestas, pareceres, en un cuadro de confianza que Ángela nos garantizaba mutuamente.

Hablamos de los problemas suscitados por la centralización de armas en la Orga y coincidimos en que era jodido y suicida. También de que se contradecía aquel principio histórico de centralización política y descentralización logística. Hablamos del barrio, el Clínicas y Parque Batlle que conocía bien, de la polarización existente socialmente en el mismo. Habían caído muchísimos compañeros y locales en la zona y al mismo tiempo había en el mismo bastiones de los milicos, vecinos que colaboraban abiertamente y denunciaban, así como bombas que explotaban en la noche contra militantes revolucionarios o presumidos tales.

¿Cómo se podía paralizar la acción facha y colaboracionista de la gente con los grupos represivos?

Recuerdo que hablamos del asesinato de Ramos Fillipini que habían secuestrado en su casa, a unas pocas cuadras de ahí. Le contamos con Ángela que algunos habíamos ido al comité del Frente, para proponer acciones frente a ello y que habíamos propuesto que cambiaran el nombre del Comité que se llamaba “18 de mayo” y pusieran como nombre del Comité “Ramos Fillipini”. Por supuesto nuestra propuesta fue rechazada por la burocracia. Unas semanas despuésesos de la burocracia, pasaron vergüenza cuando Alba Roballo cuando visitó el comité dijo que debieran no tener miedo de ponerle el nombre de un “luchador social” como Ramos Filippini. La crítica de la Doctora daba en el clavo ardiente, aunque evidentemente tampoco podía ganar como propuesta. En el Frente sólo pocas voces asumían esa lucha solidaria, y para el frentismo, los compañeros muertos no eran más que “sediciosos”.

Ángela le explicó al compañero los últimos allanamientos y represiones de varios de nosotros por denuncias de gente del barrio y también de que yo, como expreso legal, era una víctima potencial del escuadrón de la muerte. Hablamos de la autodefensa, de la imperiosa necesidad de defenderse a tiros y de estar armados. Evidentemente que varios compañeros en el barrio estaban armados, pero que en mi caso no era posible porque me allanaban a menudo y me venían a buscar bastante seguido (4 veces ese año). Al Bebe, le resultó sumamente positivo el hecho de que en el barrio algunos vecinos (¡evidentemente que Ángela había estado en la cosa!) me habían propuesto instalar una red de timbres. Se pondría un timbre al interior de mi casa que yo tocaba y automáticamente sonaba en la casa de 4 o 5 vecinos más, que salían de su casa con lo que tenían para defender y simultáneamente por medio de todo tipo de ruido y música a todo lo que daba, se despertaban a todo el barrio cosa de que si, a pesar de todo, se llevaban a alguien haya la máxima cantidad de testigos posibles. Era un lindo proyecto y todos dijimos que debería impulsarse en todos lados, que era un ejemplo de lo que podía y debía hacer la gente, para que no te agarraran sólo, para parar al escuadrón de la muerte e identificar a sus ejecutantes. El compañero subrayó que era algo que impulsaba la autorganización desde abajo. Coincidimos en que ese tipo de cosas era lo que más faltaba, que había que difundir el ejemplo y que la Orga no había realmente impulsado ese tipo de cosas.

Sin embargo la aceleración de los acontecimientos sociales hizo que ese, como tantos otros proyectos, no hubo ni tiempo, ni posibilidades de llevarlo adelante, la nefasta vorágine aparatista nos seguía deglutiendo.

Ángela y el compañero siguieron hablando de varios temas, estructuras y compañeros concretos y quehaceres, pero yo por respeto no escuché mucho y no recuerdo nada más; salvo que  luego me dijeron si podía disponer de un vehículo para llevar al compañero para que no anduviera en la calle. Hubo que salir a pedir prestado, pero esa noche se logró solucionar la cosa y después de dar varias vueltas lo dejé en algún lugar de Montevideo.

Yo no conocía al Bebe más que las fotos que había en los diarios, por lo que no lo había reconocido. Si era el mismísimo Bebe…, pero hablamos como si no fuera…, él no se había puesto ningún cartel y yo no había preguntado…ni cuando lo dejé en la calle sabía que lo era. Además en toda la conversa había actuado como no oficialista patrocinando la organización y el armamiento de grupos independientes y de barrio. No tengo claro ni la fecha aproximada en la que tuve ese primer encuentro pero supongo que sería a fines del 71.

Luego supe que inmediatamente después del Abuso, había habido alguna primera comunicación de Ángela y sus compañeros más próximos con Sendic y que otros “abusos” habían contactado con ellos. Sin embargo esas conversas no habían permitido ni clarificar la situación, ni hacer cambios cualitativos en términos organizativos. Incluso Mario y Ángela habían hecho alguna ida al interior del país para “aclarar cosas” con viejos compañeros pero vinieron bastante desilusionados y no sé gran cosa de esas “aclaraciones”.

Desde el Abuso, pasaron algunos cargadísimos meses antes de que Sendic reapareciera con cierta regularidad. Sólo entonces y más allá de las divergencias recomenzamos a laburar juntos con él, contribuyendo, de diversas maneras, a lo que él llamó “esfuerzo general para asumir las circunstancias más allá de los problemas anteriores”

Me cuesta mucho recordar ahora como se fue dando ese proceso, porque se me confunden bastante los hechos, pero puedo afirmar que Rufo se fue enterando de nuestros esfuerzos organizativos que se habían desarrollado, durante el año y pico, que ellos habían estado presos. Me consta que entendió perfectamente ese proceso y que le pareció totalmente coherente que se luchara por armar las luchas del pueblo en vez de armar a la Orga. Conociendo los compañeros y las contradicciones, le pareció correcto que los compañeros siguieran en esa línea de acción.

De hecho legitimó la rebeldía contra los oficialatas, de quienes se habían opuesto al encuadramiento y el desarme que la “Orga” había intentado. Incluso lo primero que hizo fue preguntarles si necesitaban más armas y también, me consta, que hubo una mejora en los viejos fierros que tenía Ángela y los compas más próximos. Simultáneamente y consciente de la gravedad de la situación, que se estaba preparando, no le resultaba en absoluto contradictorio en llamar a contribuir con la Orga en ese proceso general que se está preparando  y que muchos llaman “la guerra”.


Borrador 8: HACIA LA SUPUESTA “GUERRA”


Después de esa primera reunión con Sendic hubo varios encuentros más. Alguna vez él no venía, pero se mantenía la continuidad con un contacto en la calle o por una compañera que venía en su nombre; otras veces Ángela lo veía en otras partes.

Discutimos varias veces con Ángela sobre la necesidad de plantearle más claramente nuestras divergencias con la Orga en la actualidad, por su reformismo, por su aparatismo, por sus concesiones a los bolches, pero tuvimos muy pocas oportunidades de discutirlas con él. Ángela siempre que charlábamos me decía que yo debía plantearle tal o tal otra cuestión a Sendic, “porque los otros no saben responder”, “dale planteale, no te achiques”…, “hay muchos compañeros detrás nuestro que piensan lo mismo y no lo  dicen”, pero a mí no me resultaba fácil y nunca se dieron las circunstancias ideales.

Alguna vez expuse muy brevemente (y con  seguridad en forma confusa) nuestra crítica del Frente Amplio, critiqué al oficialismo en defensa de las fracciones revolucionarias, incluso esbocé la crítica del foquismo. Si bien había acuerdo en que el Frente en vez de unificar había provocado una gran división, que lo electorero había liquidado la unificación real de la gente luchando por su necesidades (que si bien entiendo, por cosas que me han explicado otros compañeros que lo conocieron bien, era lo que él llamaba “Frente Grande”),no logré ninguna definición clara de su parte, ni siquiera oí con mis oídos, lo que los otros compañeros le atribuían al Bebe, como crítica explícita del aparatismo y del oficialismo.

Más bien se callaba, rehuía la discusión, diciendo formulas del tipo “siempre habrá problemas de personas”, “siempre habrá burócratas”, “no es nuestra línea el concentrar todas las armas, pero sé que hay compañeros que exigen eso”, “la Orga no son esos compañeros sino una realidad mucho más rica”…Lo que pasa que yo no me animaba mucho a cuestionar porque aunque no era para él, lo tomaba un poco de esa manera. Además yo era demasiado pendejo frente a alguien con tanta experiencia y hasta mis propias palabras me sonaban un poco “teóricas” frente a su manera tan terrenal y basada en la experiencia de tratar las cosas.

Era sin dudas la fuerza de Sendic, su instinto clasista, su consecuencia, su experiencia, pero era también una debilidad de toda la gente que peleaba en el momento: el empirismo. El desprecio de la teoría revolucionaria era la norma de esa generación de luchadores, incluso de los que fueron más coherentes. La ideología dominante en los Tupas (“estilo tupa”) fue su mayor expresión. Hoy resulta evidente que eso no sólo nos llevó a la derrota, sino a la incapacidad de hacer un balance histórico de la misma y a que fuera el enemigo quien escribiera la historia.

Nunca logramos hacer con Sendic una verdadera discusión, ni siquiera cuando venía explícitamente para ello. Siempre se intercambiaban ideas rápido en medio de algo que “había que hacer”.Por ejemplo una compañera largaba una gran afirmación y la discusión desviaba hacia lo que había que hacer de inmediato, o bien yo le preguntaba sobre la oposición entre el frente electoral y el frente social, en el auto cuando lo llevaba, y él estaba en otra cosa y respondía con media frase de fondo entrecortada con el trayecto que había que seguir….”dá otra vuelta y me dejás después yendo para el lado opuesto de la calle” o “date otra gran vuelta y volvemos en media hora”

Estaba notoriamente absorbido por la que se venía, por la “guerra” que se iba imponiendo. Era frente a una realidad que nos superaban que actuábamos en común. Poco a poco, casi todos nosotros fuimos contribuyendo en un proceso y un proyecto que en el fondo no entendíamos bien. O dicho de otra forma “no la veíamos”, pero seguíamos en la cosa. Ello abarcó a los Tupas y por extensión a toda estructura armada y también las condujo a la ruina. Nadie comprendió con total cabalidad que se estaba provocando una guerra militar y entre aparatos, totalmente perdida de antemano. Claro que habíamos leído algunos documentos recientes sobre el Plan Tatú y compañía, que nos resultaban bastantes turbios, pero no había muchas posibilidades, ni aperturas para la discusión. El empirismo generalizado nos continuaba embretando.

Me consta que Ángela y Mario le habían informado a Sendic que todos nosotros habíamos militado en otras estructuras, que seguíamos teniendo varias militancias que considerábamos imprescindible continuar. Sendic no sólo tuvo total respeto y consideración con lo que cada uno había realizado y seguía realizando en otras estructuras, sino que dejó claro que él consideraba eso como indispensable y que la lucha contra el régimen requería todos esos niveles. En este sentido Sendic funcionaba contra la corriente oficial de la Orga; pero agregaba, “con más razón todavía, debemos unir todas las fuerzas para apoyar la radicalización de la lucha que esta llevando adelante la Orga” (cito de memoria). 

Decía algo así: si bien la Orga es parte de algo mucho mayor, lo que “estamos proponiendo ahora debe ser apoyado por todos porque se jugará el futuro de todos nosotros”. Muy naturalmente varios compañeros que habían participado en la coordinadora “para armar las luchas” comenzamos también a asumir lo que Sendic iba proponiendo… Se organizaron entrenamientos, desplazamientos, operativos para infraestructura y se prepara gente para ir a las tatuceras. Yo nunca participé en una discusión, ni tenía nada claro lo que implicaba el Plan…pero fue tan natural la implicancia en el mismo de Ángela, de Mario, de otros compañeros,… que, en la medida que tampoco exigía exclusivismo, yo también lo asumí como continuidad natural con toda la militancia anterior.

En ese cortísimo período la actividad fue frenética. Sin dejar de hacer nada de lo que cada uno estaba haciendo antes en lo gremial, en lo organizativo, en lo formativo… se hicieron cada vez más tareas juntos. Yo que como estudiante y como docente participaba en el comité de movilizaciones y en esos días locos, no había un solo día en que no hubiera una manifestación…, pero igualdespejaba tiempo para organizar la ida de compañeros al interior. Los viajes eran difíciles, había caídas todo el tiempo y controles en todas las rutas. Había que eludir los controles en las carreteras y pasar por el campo; los compañeros conocían mal las rutas, y de todas maneras caímos en pinzas y controles que era muy difícil pasar…Al fin los milicos también conocían lo de las compañeras simulando embarazos y aunque tuvieran los documentos en regla, las pinzas se ponían muy pesadas. Muchas veces los vehículos se rompían, las provisiones no daban y había que abandonar a los compañeros para que siguieran a pie en búsqueda del contacto, mientras se buscaba como reparar el auto.

Cuando volví a encontrar a Sendic sólo había tiempo para hablar de lo indispensable. Ante los hechos decía: “si, cada traslado es ahora una operación”. Recuerdo que nos daba bastante más dinero que el inmediatamente necesario para asegurar los traslados, para que los autos aguantaran el ritmo y el campo y para que a los compañeros no les faltara nada. Evidentemente que además, una noche sobre dos, había que alojar alguno que andaba a monte o que no quería dormir en su casa por si lo venían a buscar. Era paradójico pero uno no podía decirle que no a un compañero de cualquier estructura so pretexto de que uno también estaba haciendo otra cosa “importante” para la Orga. Simplemente no se decía y a veces no daban abasto las poquitas casas de confianza del barrio para alojar a la gente y se tenía que descompartimentar, en la misma casa, a gente que en principio no se debiera hacerlo y que hasta eran de “orgas” diferentes.

A la propia Ángela le había sucedido que le habían pedido como “colaboradora” el guardar algunas noches a un compañero. Nunca se le ocurrió decir “no puedo porque estoy haciendo esto que es más pesado”. Claro que la historia oficial de “La Orga”, la oficialata y aparatista, desconoce y oculta la riqueza de estas vivencias y de esta real organicidad de lo que consideraban “inorgánico”.

Al fin sólo crucé alguna vez más a Sendic. Sólo para que me diera directivas o cosas materiales (como dinero) o para llevarlo a una zona de Montevideo. Siempre era más o menos por la misma zona pero nunca hacíamos el mismo trayecto, me hacía ir para un lado y luego para el otro, , a veces dos veces, a veces tres…, a veces por olfato no la sentía para bajar del auto…y me pedía que diera una vuelta más o nos quedábamos paseando media hora más. Recuerdo que me pareció muy contradictorio que con la imagen de la fuerza de la organización que se estaba dando, cuando me dijo que usaban cada vez más caños de eternit para que los clandestinos, y él mismo, pasaran alguna noche.

Todo se iba haciendo más difícil y no había un cuestionamiento de lo global, se seguía en lo concreto haciendo las cosas lo mejor que se podía, pero la falta de perspectiva global impregnaba la realidad. En esos cruces rápidos con Sendic,sólo pude tener algún cambio de ideas rápido, pero no recuerdo nada más importante.

En cambio recuerdo,  la última vez que discutimos con presencia de Ángela y otra compañera, que sólo vi pocas veces, porque esa vez si que me marcó.Con seguridad estábamos ya a fines de marzo o en abril (¡muy cerca del 14…, porque luego no apareció más!)Y planteamos la cuestión del peligro de la destrucción total de la Orga. Concretamente la otra compañera basada en el viejo análisis de que una organización con estructura piramidal no puede durar frente a la represión, como se había visto en Argelia y como afirmaba Navillat, criticó el aparatismo y oficialismo que decía y hacía lo contrario. Ángela secundó ese planteo, recordando otra de las tesis de Navillat: el Uruguay es tan chico y nos conocemos todos, que una verdadera compartimentación es además imposible.

Esa vez Sendic nos hizo una respuesta bastante aparatista. Nos dijo que teníamos ese temor porque no conocíamos la fuerza y poderío organizativo actual. Cuando Ángela le respondió con elementos de su pasado anterior, insistiendo en lo poco consecuente que era la compartimentación, Sendic le dijo “no conocés lo que ha cambiado en la organización”; “hablás por tu conocimiento anterior, pero todo eso ha cambiado totalmente, la Orga no es la misma”. E incluso utilizó una fórmula que no recuerdo bien para afirmar que, ahora sí, podían asegurar que la organización era indestructible. Ángela quedó chocada y la otra compañera también porque no se la esperaban.

A mi reconozco que eso me desilusionó bastante y como enseguida, se mostró como un total error de apreciación, durante años yo supuse que Sendic había aceptado esa tesis aparatista que condujo a la derrota. Hoy gracias a otras vivencias y otros relatos de compañeros que lo conocieron mucho más, pienso que fue un error de apreciación pero que ello no implicó en absoluto una concesión a los fundamentos del oficialismo Tupa, porque independientemente de ello Sendic siempre fue un “loco” para el oficialismo. Cuanto más pasa el tiempo y se conocen pormenores del oficialismo, más se puede afirmar que la política de Sendic era en los hechos fraccionalista con respecto a la oficialidad Tupa (la misma que luego se abrazaría con la oficialidad no Tupa), que nunca hubiese tolerado esas estructuras paralelas e “inorgánicas” con las que Sendic funcionaba. Había muchos otros compañeros que conocían dicha práctica, por lo que no era ignorancia: si no se lo acusaba de fraccionalista era porque hubiese sido demasiado groso, burdo el acusar a Sendic de eso. Por el contrario, el oficialismo cultivó su imagen por oportunismo.

También las actitudes contrapuestas entre la dirección oficial de los Tupas y Sendic durante la caída y luego de la salida de la cárcel, permiten afirmar que Sendic siguió siendo un desalineado y un “loco”. Justamente por eso hubo luego, varias y consecuentes, campañas de los oficialatas, descalificándolo como loco, lo que permite afirmar que siempre su crítica molestó al oficialismo.

Sean cuales sean sus errores de apreciación, me parece importante señalar que en lo realmente importante, Sendic nunca aceptó la colaboración con los milicos y en general con el Estado y el Imperialismo que el oficialismo, del Ñato y compañía, inauguraron hace 40 años en el Cuartel Florida y que hoy siguen practicando. Lo que evidentemente debe hacernos pensar, hasta que punto, así como hay una unidad programática entre frente populismo y aparatismo, entre electoralismo y estalinismo, entre militarismo y subordinación a los milicos; la hay entre organizar lo “inorgánico”, el no sectarismo típico del dirigente cañero y otra concepción de la unidad de la clase o del frente (“grande”), que nada tiene que ver con la de los señores que hoy gobiernan.

El antagonismo no puede ser más grande entre estos y el Bebe. De una forma o de otra el Bebe siguió con “soy RUFO y no me entrego” y dio así el ejemplo para una minoría que también siguió y sigue en la lucha consecuente, aunque dicha minoría siga muy dispersa y careciendo de teoría revolucionaria. Mientras que Amodio primero y luego la dirección oficial, con el Ñato a la cabeza, pusieron todo el aparato al servicio de los milicos y el capitalismo. El aparatismo mismo y el verticalismo facilitaron esa sumisión, de la mayor parte del aparato, a dicha dirección contrarrevolucionaria.



BORRADOR 9: LA ENCERRONA


Socialmente se habían producido cambios que entonces no entendíamos en toda su dimensión.

En los años 68/69 se había vivido las primeras fases de una guerra social entre la burguesía atacando y el proletariado resistiendo. Luego de la potentísima campaña electoral y la consecuente dispersión y reducción de la masa, a mera espectadora, sumado al triunfo del partido gubernamental en 1971, todo va convergiendo hacia una guerra de aparato contra aparato. La gente que había gastado sus energías en lo electoral sólo se asumía como espectadora de un partido que entraba ahora en su fase decisiva: los penales. El encierro que había logrado el Estado burgués era tal, que si no aceptabas el papel de espectador, sólo te quedaba entrar en el aparato y esperar órdenes para enfrentar al aparato militar de la burguesía. La frase del Che “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución” se interpretaba de forma limitada y restringida, como la necesidad de entrar al aparato, y contribuía a la encerrona final. Aunque no nos diéramos cuenta, ya se había cumplido la batalla decisiva del plan estratégico general del capitalismo, del imperio y de las Fuerzas Conjuntas, tal como efectivamente se había planificado (ver libro realizado por las Fuerzas Conjuntas en donde el primer punto de la estrategia de liquidación era asegurar/imponer el circo electoral). Ahora sólo quedaba ponerle el punto final, el más fácil para ellos, liquidar el aparato armado.

Las decenas de miles de proletarios ya no peleaban con su clase contra el poder.Al contrario como clase sólo esperaban tal o cual acción del aparato contra todo lo que consideraban injusto, mientras que individualmente, eran solicitados para tal acción o colaboración en el aparato. Si antes la represión no había podido acallar a los proletarios en lucha, sino que había incitado a más lucha aún; ahora luego de la división electoral, luego del festín y carnaval ciudadano, realizado por el Estado, lo único que quedaba para “oponerse a la derecha golpista” era el “aparato armado”. Ya la encerrona era total, todo convergía no hacia una guerra de clases, sino hacia un enfrentamiento entre aparatos que estaba perdido de antemano. La batalla no podía ser más desigual: todo el aparato represivo del Estado (¡no sólo nacional sino internacional del capitalismo!), contra dos o tres pequeños aparatos armados que contaban a lo sumo con algunas decenas de mujeres y hombres con buena voluntad, pero muy mal armados y con bajo entrenamiento militar. Hasta los “proletarios con uniforme” que tantas contradicciones habían tenido (¡en el 68/69 había habido cuerpos represivos paralizados por el miedo o por sus contradicciones!), se iban unificando detrás de las órdenes de los represores.

Ya era “papita para el loro”. Pero además para mejor preparar la guerra, el Estado hablaba de paz y de perdón y la encerrona resultó total cuando quienes hablaban de guerra y de solución militar eran los aparatistas, los oficialistas Tupas…., muchos de los cuales, luego de los primeros golpes represivos, pasarían a colaborar con el ejército y el Estado uruguayo.

Resulta sin embargo imprescindible reconocer que en este asunto de la guerra implicaron a todo el mundo y que nunca hubo claridad contra ello. Tal vez por aquella creencia, en la indestructibilidad del aparato, tampoco Sendic se opuso y hasta hubo una declaración formal de guerra acompañando algunas acciones (en Paysandú), que se presentan como prueba del desencadenamiento de la misma bajo su responsabilidad directa.

Como muchos militantes entonces, con Ángela, y otros compañeros (incluyendo a Sendic) hablamos varias veces de “la guerra”. Hoy pienso que ninguno  de nosotros entendía bien de qué guerra se trataba, o dicho de otra manera, que la guerra que nosotros imaginábamos no podía desarrollarse, porque el Estado ya había impuesto la guerra entre aparatos y nosotros no éramos conscientes hasta que punto lo habían logrado. El mayor triunfo de la burguesía ya había tenido lugar: ya no había un empate social producido por la respuesta masiva y clasista a los ataques de la burguesía y el Estado; sino que la gran mayoría de la población estaba abombada y dispersada por el electoralismo y sólo se vislumbraba la respuesta a “la dictadura” en base a “los Tupas”.

Antes, nosotros hablábamos y concebíamosuna guerra social entre los opresores y los oprimidos, entre explotadores y explotados, entre el poder y la gente; pero aquella contraposición, poco a poco, había cedido lugar al tira y afloje entre los milicos y la Orga. E incluso en esta mala postura, en el mismo momento que quienes estaban con el dedo en el gatillo (preparando submarino y picana), contra nosotros, hacían discursos de PAZ y concordia nacional, había quienes,desde los Tupas, seguían cacareando como ganadores. ¡No tenían ni idea de lo que era una guerra, por eso cacareaban tanto acerca de la misma! ¡La primera de las leyes de guerra, es precisamente que la gana, quien más habla de paz! ¡Ejemplo: todas las guerras mundiales!

Otra cosa que indudablemente hizo el poder, para esa transformación de la guerra social, en guerra de aparatos, fueron los Escuadrones de la Muerte. Desde el principio de nuestras charlas y trabajo común con Ángela nos planteamos la lucha contra esos aparatos, como se lo planteaban entonces todos los compañeros. Nos sentíamos personalmente amenazados. Evidentemente que entonces no sabíamos que era un método general de la contrarrevolución que había sido utilizado en todas partes tanto por los Estalinistas, como por las potencias occidentales (Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Israel…) y que ya estaban operando en Uruguay. Creíamos que eran “fascistas criollos” ligados a la JUP y no sabíamos que en realidad, la JUP como otros fachos y milicos de un cierto nivel, habían sido formados para ello, por las grandes democracias occidentales y que tenían planes sumamente elaborados y fuertes apoyos internacionales.

Los luchadores sociales radicalizamos la acción de grupos gremiales y estudiantiles en la denuncia, en el enfrentamiento y el accionar concreto contra quienes aparecían como la expresión visible de esos “fachos” que se aparentaban de lejos o de cerca con ese “Escuadrón”. Durante meses a las bombas contra los militantes respondieron bombas contra las casas de personajes siniestros del régimen y de colaboradores abiertos. Según, decía Ángela y Mario, Sendic siempre había advertido, sobre el peligro de la guatemalización y todos éramos conscientes de que si se entraba a responder, muerte por muerte,ello desencadenaría un proceso que nos llevaría a la ruina. Sabíamos que si el enemigo seguía con los asesinatos y nosotros entrábamos en ese proceso, íbamos al muere, que el responder muerte por muerte era catastrófico, pero todo lo hecho hasta el presente, en denuncia y publicidad, había sido insuficiente, para parar las muertes de nuestros compañeros. En todas las estructuras y grupos nos planteábamos el “qué hacer”, nos encontrábamos desesperados por una situación terrible de terror, de asesinato de compañeros y de amenaza permanente.

Eso sí lo discutimos bien con Sendic, y es lo que recuerdo mejor, como una buena discusión. Sendic daba como ejemplo de lo que había que hacer lo que le habíamos contado antes, la defensa de la gente por barrio en base a mecanismos de alarmas colectivas, pero reafirmó que el matar a un facho porque mataban a un militante sería catastrófico, que así no sólo no pararíamos nada sino que sería un proceso interminable y sangriento que iba contra los intereses humanos en general y que se beneficiarían ellos. Coincidimos en que la violencia revolucionaria no es un fin, sino por el contrario, un medio que busca eliminar para siempre la violencia del hombre contra el hombre; que mientras que era normal que los fachos y milicos quieran ese tipo de sociedad de asesinos, nuestro objetivo es muy diferente, y ganarían ellos y no nosotros, en embretarnos en  ese tipo de guerra sin fin.

Sostuvo que por eso habían decidido no utilizar la supresión física,hasta que con ella se lograra liquidar el centro y la cueva procreativa de esos asesinos. También nos dijo que desde hace tiempo se buscaba conseguir la información necesaria y que por eso no se había dicho nada. Nosotros más bien respondíamos con la impaciencia y hasta reprochábamos que las energías se dilapidaran en cuestiones electoreras y reformistas en vez de actuar. Nos parecía absurdo que el aparato no sirviera ni para eso que era indispensable. Fue entonces que nos dijo algo así como “ahora sí tenemos la información, ahora si actuaremos y realmente verán que eliminaremos la raíz del problema”. El asunto nos sorprendía y nos entusiasmaba mucho y quedamos evidentemente a la expectativa…Ángela tenía más elementos, yo no.

Fue sólo después del 14 de abril que entendimos lo que había querido decirnos y desde el principio vimos que si bien se había acertado perfectamente al objetivo técnico, se le había errado al momento político. La decisión era impecable, se eliminaba la causa del mal, se había golpeado en el centro mismo del Escuadrón y terrorismo de Estado, pero se había hecho en función de las posibilidades técnicas (en función de cuando se dispuso de la información y se estuvo en condiciones de operar) y no del momento político. Esa acción era totalmente lógica y socialmente legítima como respuesta social y hubiese sido una excelente acción política luego de los asesinatos de nuestros seres queridos. Resultó mucho más difícil de hacer avalar socialmente, cuando se hizo dado que, por las declaraciones de paz de los milicos y de guerra de los Tupas, aparecía como una acción ofensiva de declaración de guerra.

En los hechos, el aparatismo había conducido a decidir esas operaciones haciendo abstracción de las condiciones políticas y basándose únicamente en las posibilidades técnicas del aparato. Con ello se estaba cerrando la trampa: ¡nos estaban esperando! ¡Por eso hablaban de paz!

Tenían todo preparado para hacer la guerra sin piedad al “Enemigo”, tal como definen los libros de las Fuerzas Conjuntas a “los Tupamaros”. Sólo estaban esperando que hiciéramos un acto que socialmente pudiese ser presentado como “acto de guerra” del aparato, que despegara a éste aún más de la población, para pasar a la guerra real y sin piedad contra el mismo.

Yo nunca más tuve la posibilidad de hablar con Sendic personalmente (cuando lo hice en los años 80, las condiciones habían cambiado totalmente, había mucha gente e intereses diferentes en el debate, y hablamos -y discrepamos- sobre otros temas), pero estoy convencido de que tampoco tenía consciencia de que ese acto desencadenaría todo lo que el enemigo esperaba y activaría la trampa, no para la guerra, sino para justificar la masacre que vino después. Más, en aquella discusión nos dejó toda la impresión que, como nosotros, él consideraba esas acciones limitadas, y en realidad defensivas y de respuesta contra la masacre de nuestros hermanos, como totalmente diferente a las pretensiones de declarar la guerra que se bocineaba desde el oficialismo (pero no retuve nada explícito de su parte en este sentido). En efecto esta era una posición irresponsable e infantil que en última instancia contribuyó a lo que el enemigo planificaba.

Es verdad, que incluso entonces y a pesar de todas las contras ese acto, de liquidación física de los jefes del Escuadrón de la Muerte, que había torturado y asesinado a nuestros compañeros queridos, tuvo una enorme simpatía popular, es verdad que ese acto tal vez todavía hubiese sido avalado socialmente y no conducía en sí mismo, hacia el enfrentamiento exclusivamente entre aparatos. Pero, como se diría hoy, ya estábamos en el horno (guerra aparato contra aparato) pero todavía había una puerta abierta…, todavía el poder no podía legitimar cualquier cosa…. 

Sin embargo un mes después…¡cerraron la puerta del horno! El Estado, los milicos presentaron los asesinatos que hicieron ese mismo 14 de abril de varios queridos compañeros, como una respuesta, pero quedaba todavía demasiado evidente que habían salido a defender “el ilegal” Escuadrón de la Muerte (el resto del accionar terrorista del Estado democrático era todavía más o menos legal) y el ejército no se sentía todavía unificado para salir a torturar a mansalva como lo hizo después. Esto nos lo dijeron y confirmaron luego, cuando estábamos presos, muchos soldaditos y algunos oficiales: ellos no querían salir a reprimir y menos torturar a gente que hacía justicia…;”creíamos que la guerra no era contra nosotros”

Pero de los dos lados se hizo lo posible para cerrar la puerta del horno en el que ya estábamos. De “nuestro lado” los Tupas seguían gritando a voces que ahora querían “la guerra y que “había que pasar al ataque” (¡cuando el ABC de las leyes de la guerra dicen lo contrario!) Del otro se seguía torturando y masacrando, pero declarando y jurando que se respetarían los derechos de toda la población.

Luego vino la jugada maestra, que concluyó con la muerte de los cuatro soldados, que teatralizada por el Estado (puesta en escena de la foto tomando mate para los medios), sirvió para mostrarle a la tropa indecisa que la guerra era también contra ella. Hasta la contradicción de clase en el seno ejército, que siempre juega en contra del terrorismo de Estado abierto (ejemplo: revolución rusa o mexicana), pasaba así a segundo plano. Desde “nuestro lado” hasta los propios documentos que caían en vez de llamar a la lucha de clases, a desertar el ejército represor y oponerse a los oficiales, llamaban a la guerra contra el ejército. Era la otra pata del policlacismo frentista que junto con el aparatismounificaban al ejército contra la subversión: la destrucción de la guerrilla se hizo inevitable.

Justamente en esos días nuevos compañeros, que estaban en otras tareas pedían ingresar a la “lucha armada”… Ángela a pesar de sentir que la cosa venia mal, siguió integrando gente, algunos fueron para las tatuceras. Todo era vertiginoso no discutimos mucho; yo tomé la responsabilidad, a contracorriente de decirle a varios que esperaran, que no era el momento… e incluso paré a alguna integración que Ángela había promovido (¡cosa que recién conocí, o me hicieron acordar, muchos años después!). Algunos de aquellos compañeros se salvaron de la represión otros ingresaron de una u otra forma en las estructuras armadas y fueron reprimidos y muertos en los años subsiguientes, alguno se exiló y pudo zafar.

El desastre social fue inevitable: a la derrota física siguió la derrota política. El reformismo y la democracia burguesa, que habíamos combatido con todas nuestras fuerzas, se transformaron en la única alternativa social posible. La revolución social desapareció totalmente como perspectiva durante muchas décadas. El Frentismo y el viejo programa de la izquierda burguesa y de los milicos progresistas se impusieron como única posibilidad. Hasta muchos anarquistas dejaron de serlo y se hicieron frentistas y el Frente Amplio pareció tener el monopolio de la contestación social. El ciclo se cerró cuando, una vez salidos de la cárcel, los mismos aparatistas y oficialistas de antes, junto con torturadores impunes se hicieron con el monopoliodel poder del Estado y el Capital. Ellos mismos escribieron la historia según la cual en este país sólo se peleó en defensa de la democracia.

La reaparición de la perspectiva revolucionaria se hará necesariamente contra todos ellos.


BORRADOR 10: LA CAIDA Y LA VERSIÓN DE LOS MILICOS: “LA GUERRILLA”


Desde mediados de abril las caídas se generalizan, se empieza a saber que muchos colaboran, que otros traicionan, se cortan los contactos, los desplazamientos se hacen difíciles en todas partes... Alguno reconoce a tal o cual militante vestido de milico en un jeep apuntalando compañeros…El desbande generalizado comienza, muchos cruzan el charco… perdemos contacto, nunca sabremos si tal o cual que habíamos tenido que dejar en el camino para que siguiera a pie, había o no, llegado a contactar, con los compañeros…. Hasta las señoras viejas, del barrio que están de nuestro lado, sabían que Amodio Pérez apuntalaba gente, y hasta decían haberlo reconocido junto a milicos (“¡vi a Amodio en un jeep!”). Todos tuvimos alguna propuesta de irnos pero ni lo pensábamos. En realidad creíamos que a nosotros no llegarían,… en esa última fase habíamos sido verdaderamente muy cuidadosos y no habían habido descompartimentaciones de nombres, ni de lugares.

Cuando crucé a Ángela, nos dijimos mutuamente, que no había elementos para llegar ni a su casa, ni a la mía…porque casi nadie sabía llegar…, lo que no pensábamos era que la batida podía venir de otra parte… En realidad la batida vino de unos del “22 de diciembre”y más precisamente del Pocho Paiva y Jovita Silveira, que habían estado al tanto de la cuestión de la coordinadora para “armar las luchas”, sin que yo sepa al día de hoy, si participaron o no de las acciones, o sólo batían de oídas. Lo que sí constaté es que, por suerte, conocían muy parcialmente las cosas.

Los hechos se suceden aproximadamente así. Un día (fines de mayo) allanan la casa de Ángela…, sin que ellos estén presentes. Muchas veces habíamos hablado de esa posibilidad y siempre habíamos acordado que Mario cargaría con la responsabilidad de todo lo que ahí hubiera o pudiera atribuírsele; pero que Ángela no tenía nada que ver. Era por eso que hacía un poco de cobertura, yendo  todavía, al Comité del Frente. Para los otros compas del barrio, el verso era evidentemente, que sólo iban por ahí porque conocían a Ángela del comité y punto.

Ángela y Mario al aproximarse a la casa atravesando el baldío del Clínicas constatan el operativo y deciden que Ángela se presente y que Mario pase a la clandestinidad. Saben que los milicos habrán encontrado armas, pero como convenido será Mario que no está, que “las había traído”. Mario pasa a la clandestinidad. Muy rápidamente se decidirá su traslado al interior para incorporarse al Plan Tatú.

A Ángela los milicos no la acusan de Tupa sino de pertenecer a otra organización “La Guerrilla”. Los propios milicos no conciben la cosas de otra manera que en términos de aparato y como las personas que dan información sobre Ángela, no son Tupas, cuentan que hacían operaciones para “la guerrilla” no tupa y mencionan el diario de Marighella, en donde se habla de “la guerrilla” por todas partes…, los milicos y los colaboradores bautizan ese grupo humano como si fuera una organización diferente.

Ni para la historia oficial, ni para la policía tenía cabida el movimiento social y sus expresiones, sino que sólo había aparatos y estructuras. Desde ese momento los milicos buscarán a una quincena de compañeros más, para apresarlos, torturarlos y procesarlos por pertenencia a “La Guerrilla”. En los meses siguientes por lo menos una decena de compañeros serán acusados de pertenecer a dicha “organización”, varios más pasarán a la clandestinidad o saldrán del país por esa persecución. Otros no serán identificados nunca pero nos torturarán para conocer sus nombres.¡Las Fuerzas Conjuntas emitirán varios comunicados sobre esa nuevísima organización!

Ángela no se esperaba que la punta que le saltó fuera tan pesada, por eso mismo se había presentado. No se le había pasado por la cabeza que la acusación concernía cosas “tan viejas” como las efectuadas un año antes o más. Hoy parecerá ridículo, pero en ese entonces, con la velocidad que se producían los acontecimientos, lo que habíamos hecho uno o dos años antes, parecía viejísimo y bien enterrado. A ninguno de nosotros, que todos los días nos arriesgábamos haciendo algo nuevo, nos parecía que lo que se había hecho un año antes estaba ya olvidado y nadie lo traería a colación. No conocíamos para nada el mecanismo de la tortura y de la colaboración.

Contrariamente a lo que pensábamos, el delator no dice lo que le preguntan, sino que una vez que empieza a colaborar va contando todo lo que se acuerda, y sigue y sigue, contando cosas nuevas y viejas, cosas que vio o que escuchó. También cuenta lo que otro le dijo y así llega a proporcionar informaciones y hacer acusaciones hasta sobre lo que no conoce y que sólo imagina. Llega al extremo de hacer méritos permanentemente llamando a los interrogadores y contándoles lo que sospecha, lo que piensa que puede servirles.

Ese fue el caso de estos dos personajes, que llevaron a decenas de compañeros presos de varias organizaciones y que acusaban a gente, incluso cara a cara, como hicieron conmigo, por lo que otros, le habían contado que habían hecho. Lo peor, cuando iban a careo con uno, diciéndole frente al torturador “participaste en tal cosa”, como si fueran milicos, era que uno creía que realmente lo eran, porque por ejemplo yo, a quien me acusaba, no lo recordaba para nada: me cantaba por mentas.

Para Ángela fue terrible, porque Jobita la conocía bastante bien, ella siempre circulaba por el barrio y también tenía un cierto acceso a su propia casa. Fue una traición horrible que Ángela sufrió enormemente. Aunque sea hasta redundante porque nadie se salvaba de la tortura, quiero señalar en su honor, que Ángela fue brutalmente torturada y logró que los milicos la odiaran más.

Desde entonces yo no tuve muchos contactos directos con Ángela, pero en todas las comunicaciones indirectas, como la única vez que nos vimos luego de la cárcel y el exilio, Ángela subrayaba que la traición y colaboración habían sido totales y horribles para ella y que esa persona siguió durante toda su detención obrando de esa manera.Otros compañeros confirman que esos traidores, siguieron colaborando abiertamente con los milicos durante toda su cana.

Claro que esos dos personajes no sólo denunciaron a los que junto con los milicos definieron como La Guerrilla, sino a compañeros del “22 de diciembre”, de los Tupamaros, de la Comunidad del Sur…así como a otros, a quienes acusaron de rebote y que pertenecían a otras organizaciones.También habían dado todo tipo de datos del propio Mario, el compañero de Ángela, agregando detalles sobre su persona y su participación en acciones, pero éste ya estaba clandestino. Caería varios meses más tarde en una Tatucera. No tengo mucha idea de cómo fue su interrogatorio, pero supongo que bastante complicado por haber pertenecido a tantas organizaciones diferentes y haber tenido tantos seudónimos. Lo encontré como un año después estando ambos en el Penal de Libertad, para un careo, ante la Justicia Militar, por las contradicciones conmigo. En el que explicó que aquel acusado del que hablaban los delatores en realidad, no era yo, lo que terminó por limpiarme de lo que todavía me atribuían.

Muchos de los denunciados y acusados por Paiva y Jovita, nos encontramos en el Quinto de Artillería. A mí, me fueron a buscar como un mes y medio después, sin grandes elementos concretos sobre mi persona. La verdad que tampoco lo esperaba, pero pensé que la detención venía por las movilizaciones estudiantiles.Pero estaba acusado, particularmente por Paiva, de haber participado en tal o cual rapiña…lo que evidentemente complicó mucho mi vida y dificultó mi declaración. Por debajo de la venda, pude ver a varios compañeros, que había cruzado compartimentado un año antes, en todo aquel asunto de la coordinadora y me confirmaron que habían admitido participación, tal como se había denunciado, incluso la absurda acusación de pertenecer a “La Guerrilla” …Un compañero agregaba: aunque aclaré que “yo no sabía que el grupo se llamaba así”.

Hasta el día de hoy, me llama la atención que hayan realmente creído que hubo una organización como tal que se llamaba así y que sin embargo nunca escribió ningún comunicado, nunca hizo ninguna publicación como tal, nunca se hizo conocer, ni pretendió reclutar con dicho nombre. ¡La supuesta organización nunca se había querido hacer conocer como organización!

Pienso que la explicación, se encuentra en el hecho, de que lo de la guerra aparato contra aparatoes una ideología en la que realmente creían los milicos y torturadores. Ellos no enfrentaban a un movimiento social con miles de estructuras, cabezas y expresiones, con órganos que asumen tareas de la clase y células que actúan en función de tal o tal necesidad resentida por la lucha. ¡Cuántas veces un grupo de fábrica o de estudio un comité de movilizaciones o de organización, se organizó sólo para una acción puntual!Pero eso no es parte de la Historia con mayúscula que escribieron los oficiales y oficialatas.

Ellos hicieron la guerra contra organizaciones, contra aparatos, contra subversivos que estaban organizados en grupos guerrilleros específicos. La riqueza del movimiento, la militancia doble, triple, múltiple, los diferentes niveles, la vida social misma, no existen en esos seres sin cabeza (que  dan y obedecen órdenes), lo que existen son los aparatos. Ni la gente misma existe, sólo existen los agentes de tal o tal “organización subversiva”. Para ellos “la esencia misma del terrorista es no tener más vida que la de su secta”. La propia propaganda de las Fuerzas Conjuntas y sus tenebrosos comunicados exponen todo el mundo de esa manera, es la manera milica de ver la historia.

Lo que fue más grave es que el oficialismo Tupa también veía las cosas de esa manera y consideró a “esa organización”, como una “micro” más, mostrando contra los compañeros que habían sido acusados de pertenecer a ella, todo su sectarismo, todo su aparatismo. No debe extrañarnos entonces que cuando hablaban los oficiales de las Fuerzas Armadas con los oficialatas Tupas haya habido siempre tanta comprensión: eran jefes de aparatos que usaban seres humanos.

Desde nuestro punto de vista lo bueno de esa acusación de pertenecer a “La Guerrilla” fue que no buscaron otras pertenencias y acciones. Para los milicos Ángela era militante de “esa organización” (y secundariamente del “22 de diciembre”)… y sólo, cargaron y acusaron por eso. Como varios de nosotros, fue torturada e interrogada sobre esa base, su importancia como militante social no interesaba (todavía) a los milicos, tampoco fue acusada por Tupa. Los traidores, que la habían denunciado, no conocían gran cosa del programa revolucionario por el que Ángela luchaba, ni los fundamentos políticos de aquel intento de coordinadora. Ellos mismos eran muy militaristas y bocamaros. Menos sabían de lo que los diferentes compañeros habían continuado haciendo, el último año, sólo habían escuchado hablar de tal o cual operación de antes y en base a esos habían dado nombres y todos los detalles posibles.

No digo que no nos hayan dado más de una patada o puñetazo preguntando por lo que había pasado después, pero como no hubo entre esos compañeros acusados de La Guerrilla ningún colaborador de los milicos nunca supieron gran cosa. Además, incluso jurídicamente, eso nos beneficiaba a todos en la medida en que como los hechos de La Guerrilla eran pocos y anteriores a la nueva ley de seguridad del Estado, que agravaba todas las penas; por lo que la misma no podía aplicarse a nuestros casos. Sólo a título de ejemplo “la asociación para delinquir” era de acuerdo a la vieja ley excarcelable y  creo que “costaba” de 6 meses a dos años; pero lo mismo se llamaba ahora “asociación subversiva” y costaba de 4 a 16 años y no era excarcelable.

Lo malo era evidentemente que algunos milicos la consideraron como una organización militar y peor “sólo militar” porque no había “política”, lo que era totalmente absurdo para nosotros pero totalmente lógico en el pensamiento milico.  Incluso algunos de ellos pretendieron que era una “organización de cuadros militares”

Por eso aquello de que Ángela era  “solo del Frente” no marchó. Había sido denunciaba con acusaciones muy  precisas en cuanto a participación en acciones. Además, por razones ideológicas y morales propias a la misma mentalidad milica, el Juez pasó a considerarla como ¡la más peligrosa de todas las personas arrestadas en esa organización! Fue tan así la cosa que mis propios abogados me aconsejaron que no insistiera más en que era amigo de ella y que ella como yo no teníamos nada que ver con nada, porque eso en vez de limpiarme agravaba mi caso, porque sobre Ángela, seguían apareciendo “agravantes”:  “no sabemos porqué, pero el Juez militar le tiene un odio increíble y se ha ensañado con ella”, me decían.Yo sí había comprendido porqué.

Algunos en negativa total sobre cualquier acción, otros en reconocimiento parcial, lo cierto es que a los supuestos militantes de La Guerrilla nos condenaban a una situación muy difícil como presos, de la que me consta que Ángela sufrió mucho: nadie podía aclarar mucho porqué razón estaba preso. Éramos los únicos compañeros que habíamos caído por una supuesta “organización” que no había existido como tal y que no había escrito, ni explicado nunca sus acciones y que no reclamaba ni su existencia.Hasta como presos éramos “raros”, porque habíamos participado en acciones de las cuales nunca se reveló su razón de ser, y eso creaba un a priori desfavorable en relación a otros presos.

Muy pocos compañeros, externos a dicha experiencia, conocieron la verdad durante la cana, en realidad nosotros no podíamos desmentir nada sin denunciarnos. Sólo con el tiempo explicamos parcialmente algo de la realidad.¡Nos tuvimos que callar la boca durante años!

De más está decir que el sectarismo y el aparatismo Tupa largó varias campañas contra esa fantasmática “microfracción” que ni siquiera se reivindicaba como tal y cuyos “dirigentes” nunca aparecieron. ¡Hasta esto hacía de esa organización algo sospechoso! En efecto, según la información proporcionada por los traidores  y en base a la clásica visión milica de la historia, esa organización de malvados tenía jefes que eran los más malvados de todos. Justamente según los comunicados de las Fuerzas Conjuntas los “jefes de la guerrilla” eran: Navillat, O’Neill y Arazatí López.

Justamente 3 compañeros que nunca cayeron en Uruguay y que los comunicados de las Fuerzas Conjuntas, como era habitual, acusaron de todo lo que se les ocurrió. Por eso aprovecho también este escrito sobre Ángela, para restaurar algunas verdades sobre esos compañeros queridos, que también fueron “olvidados” por la historia oficial.


Borrador 11: Sectarismo y Colaboracionismo Tupa



Entre los Tupas hubo valerosos compañeros que no participaron de esa visión sectaria y aparatista, ni contribuyeron a esas campañas contra “las micros”  (que hubo absolutamente en todos los cuarteles y cárceles y también en el exilio), pero es importante saber que esas campañas de ninguneo fueron comunes y mayoritarias.  Con seguridad ya en la cárcel, los aparatistas se estaban vengando contra quienes, siempre habíamos criticado el oficialismo y no tengo dudas de que bajaron la línea de proceder de esa forma contra “nosotros”.  Años después Ángela me contará que se había enterado que algunas se soplaban en el oído: “tené cuidado, esa no es una compañera” (lo que era la traducción aparatista y sectaria de “no cayó por Tupa”).

Sin embargo otros elementos que me aportaron recientemente, indican que en las cárceles de mujeres, ese fenómeno no tuvo el peso que tuvo entre los hombres. Supongo que ello se debió a que si bien entre las mujeres hubo varias “Amodio” (utilizo esto para facilitar la comprensión y no como una muestra de adhesión al mito “Amodio”) es decir colaboración individual, no hubo un verdadero Ñato, es decir la capacidad de organizar la colaboración colectiva como continuidad disciplinaria y organizada.

En la cárcel de Libertad claro que hubo el “cuidado ese no es compañero”. Una mayoría de los primeros presos funcionan así, se oponían a hablar de cómo se habían portado en la tortura, se consideraba compañero al traidor, al colaborador e incluso se lo promovía como fajinero, pero no al que calificaban de “microfraccionalista”. Cuando esos mismos fajineros junto al milico, te sacaban a prepo para trabajar diciendo que no era verdad que “estabas enfermo” varios presos éramos conscientes de la similitud con el mecanismo de los Kapos en los campos de concentración en Europa. Muchos de los fajineros estaban ya más del lado de la botoneada que de los presos.

Yo viví el sectarismo, desde los dos lados, en la propia cárcel de Libertad. Una vez me llamaron a la Cantina para decirme “mirá que ese Lemos, con quien hablás, no es compañero...., está preso por ‘la guerrilla’”. A lo que yo respondí que “para mi, ese sí es un compañero y un gran compañero que no entregó a nadie como, sí lo hicieron, muchos de tus jefes”. Denunciaba así el silencio que habían impuesto sobre el tema de la máquina, así como la protección sectaria del aparato, que cubría a comandos y subcomandos que se habían quebrado y cantado a compañeros. Evidentemente eso fue muy mal percibido, pero por suerte había bastantes presos demasiado discrepantes que ni necesitaban hacer ese tipo de “declaraciones inconvenientes”para caer en desgracia yser considerados como “no compañeros” por los oficialatas.

Quisiera volver ahora a las compañeras que, hace unos meses, cuando muere Ángela, escriben en este medio y denuncian a los traidores del gobierno por abandonarla. Sí, tienen razón compañeras, son unos traidores. Pero como he tratado de resumir en estos borradores, Ángela ya antes de la cárcel se llevaba muy mal con los aparatistas, durante la cárcel ellos siguieron del otro lado poniéndola en una casilla diferente y no compañera. No es de extrañar que luego de tanto servir a los milicos, al Estado y al capitalismo, los Tupas oficialistas ni se hayan inmutado por la muerte de Ángela. Ahora se entenderá lo que había afirmado al principio de estos borradores, (¡que se me hicieron tan largos!): no fue en los últimos años, sino que durante más de 40 años la militancia de Ángela se contrapuso a la de los Gobernantes hoy.  Por lo que hay que ir más lejos que ese tema de la traición e insistir en lo que fueron proyectos sociales antagónicos entre quienes lucharon contra el capitalismo y quienes estaban siempre prontos a embarcarse en cualquier proyecto reformista con quien sea.

Precisamente eso fue lo que más nos separó como presos y muchos lo constatamos enseguida que caímos, cuando conocimos la línea de la Dirección de los Tupamaros de colaborar con los milicos en su proyecto social y político. Más allá de la lucha contra los ilícitos económicos o las conversaciones con los milicos, en la que independientemente de lo que se pensaba a los presos (y hasta a los no presos como a Sendic) se les impuso como realidad (y hasta por la fuerza) y frente a la que asumieron diferentes posiciones, lo que constituyó el salto de calidad dado por Huidobro y la dirección oficial fue el de imponer a toda la organización, la perspectiva de acción conjunta con los milicos como salida a la situación que todos vivíamos y hasta como proyecto social para todo el país.

No es que el hecho de colaborar para reprimir juntos los ilícitos sea anodino, dado que con esa línea, algunos llegaron, a cualquier extremo, sino porque los ilícitos fue una verdadera hoja de viña que escondía que en realidad, los dirigidos por Huidobro se unificaron con los oficiales, porque tenían fundamentalmente el mismo proyecto social, proyecto que evidentemente era contrario a la lucha de siempre de los proletarios contra el capital.Además, como luego esa colaboración quedó suspendida, por el juego interfraccional en el ejército y el imperio, se escondió esa colaboración mucho mayor y global, que se puso en práctica en 1972 por la que Tupas y oficiales progresistas pretendían arreglar el país juntos.

Fue en esa línea que empezaron a operar juntos desde el Florida y otros cuarteles la dirección de los Tupas con una parte importante de las Fuerzas Conjuntas. Ante la incredulidad de todos los otros presos, de las minorías, de compañeros independientes, de las fracciones, de los anarcos… los Tupas oficialistas (e incluso algunos discrepantes) salían y entraban en los cuarteles conjuntamente con oficiales torturadores, defendían los acuerdos con ellos, incluidos los comandos conjuntos, investigaban e interrogaban a “ilícitos” y sobretodo, elaboraron planes para “terminar la guerra y sacar al país de la crisis”. Los propios milicos hacían discursos contra “la oligarquía y el Imperialismo” (¡eso lo escuchamos todos los presos!) y el Ñato, principal defensor de los comandos conjuntos, hacía correr la bola que era él que les dictaba esta posición y que iban a salvar al país conjuntamente. También contaban que tal discurso que decía un oficial en el círculo militar “había sido redactado por nosotros”, es decir por el Ñato y sus secuaces.

La organización y la disciplina de los Tupas, al menos en el 72/73 se mantenía gracias a este mito, más o menos explicitado por algunos oficialatas “no perdimos… sino que los dirigimos políticamente (lo que evidentemente “probaba” que los milicos eran los giles y ellos los inteligentes), “son nuestros enemigos, pero en base a esta maniobra táctica los hacemos luchar contra la oligarquía y el imperialismo…”, o más fuerte y explícita todavía: “tal vez perdimos en lo militar, pero estamos ganando en lo político”.

Los oficialatas escribían discursos y proyectos, salían y entraban, decidían quienes salían y quienes no estaban autorizados (no colaboraban lo suficiente), imponían disciplina y reglas a todos los presos (se prohibió todo intento de fugas) y sobretodo decidían lo que iba a ser “el futuro para todos”. Auguraban: ahora si podemos afirmarlo ¡habrá patria para todos! ¡Ya entonces el Sr. Huidobro funcionaba como parte del Ministerio de Defensa Nacional! O si se quiere, por su discurso y por su práctica:  ¡ya parecía (y funcionaba como) un Ministro!

Hubo muchos viejos Tupas que no podían creer lo que estaba pasando, que no entendían como se podía trabajar ahora con los milicos para “organizar juntos al país”. Así por ejemplo, el valioso compañero Cruz,que había caído herido de bala y todavía estaba bastante mal físicamente, pidió,de manera oficial, consultar a la dirección sobre la colaboración. “Yo no tengo nada que perder”, decía, pido ver a “mi dirección” para que me expliquen.

¡Nada de esto fue secreto! ¡El compañero escribió oficialmente al Comandante del Cuartel, que era de los que más hablaba “contra la oligarquía y el imperialismo” en ese sentido! Pidió discutir con lo que consideraba “su dirección”

La respuesta fue sumamente positiva. Los llamados “milicos progresistas” trajeron al cuartel adonde estábamos recluidos,a una tanda muy importante de dirigentes oficialesy personajes conocidos ( entre otros recuerdo que trajeron a: Marenales, Wasen, Manera, Wolf, Lopardo…),para que nos explicaran los “avances de las negociaciones”, los futuros “acuerdos de liberación de los presos” y sobretodo los acuerdos sociales y políticos sobre el futuro del país desde la Reforma Agraria al plan de la Boya Petrolera en Rocha.  Debe aclarar que en esa lista de dirigentes Tupas, pueden haber errores y hay con seguridad omisiones, porque, no todos vimos a todos y porque alguno lo habrán traído por otras razones. Además el hecho del traslado no implicaba que todos ellos estuviesen de acuerdo con la política oficial de Huidobro y los Milicos progresistas.

Es casi seguro que Ángela no tuvo toda esta información entonces porque, que yo sepa, no hubo ese nivel de colaboración global en las mujeres: ¡los jefes eran hombres!

Sin embargo, todos los otros presos que habíamos caído en el Quinto de Artillería que los milicos habían transformado en un verdadero encuentro de “micros” (había compañeros del FARO, de la FAU/OPR, de “La Guerrilla”, del “22 de diciembre”, de los Tupas, de la Comunidad del Sur, del FRT, colaboradores independientes…, así como varios que habían pasado por esas organizaciones varios años antes), acudimos a esos cursillos explicativos, en los que, en nombre de la dirección Tupamara,nos explicaban sus acuerdos y avances junto a los militares progresistas sobre la perspectiva para el país.Los mismos duraron más de un mes y lo más increíble era que nunca se sabía bien si se hablaba de la reforma agraria Tupa diseñada en Punta Carretas o lo que los “milicos progresistas” ya habían aceptado, o algo intermedio “logrado”(sic) en las negociaciones. Recuerdo, con cariño, a León Duarte preguntando: “pero esa Reforma Agraria es la de ustedes o la que acordaron ustedes con los milicos”… ; a lo que se le respondía algo así como: “Es la que habíamos preparado en Punta Carreta nosotros los Tupamaros y que en las conversas hemos puesto sobre la mesa para discutir con los militares progresistas y oponer a los milicos fachos”Debo agregar que el mismo que efectuaba la exposición sobre el futuro del país una vez “superado el fascismo” (que era para ellos sinónimo de liberación de todos los presos en menos de 2 años y sustituir algunos generales fachos por otros progresistas) aclaraba que, en ese preciso momento, había habido un “parate” en las negociaciones. Nosotros veíamos que se seguía torturando a compañeros que seguían cayendo.

Sin embargo los cursos mismos, durante toda su duración se desarrollaron con total libertad, lo que muestra que oficiales y oficialatas buscaban convencer a todos los presos. Durante los mismos los propios dirigentes Tupas que venían “de visita” al cuartel nos insistían en que “se vive una situación privilegiada y excepcional en este cuartel”. Tanto es así que todos los otros presos decidimos organizar una especie de “contra cursos” y propusimos una lista larga de charlas y discusiones, sobre el movimiento obrero (que por ejemplo dio León Duarte), sobre el internacionalismo, sobre la economía…. Hubo también cursillos de matemáticas, de álgebra de Boole y hasta discusiones sobre religión (había algún Pastor), epistemología y ciencia. Los milicos rasos decían “son cursos de comunismo”

Naturalmente hubo una unificación entre las diferentes minorías y fracciones, dado que todos rechazábamos esa posición que defendía el oficialismo Tupa y que consideramos reformista y entreguista. Tuvimos la suerte de compartir la cárcel y la tortura con compañeros históricos de la FAU (León Duarte, Pocho Mechoso, Perro Pérez…), que a tantos años de los hechos, me parece importante decir con total honestidad que fueron la oposición más coherente a la política de los Tupas. Con esos compañeros planteamos que, debíamos contraponernos conjuntamente a los milicos y tratar que las conversaciones sirvieran para reclamar exigencias mínimas como presos: cese de la tortura, liberación de rehenes –padres secuestrados para que se entregaran los hijos-, fin de la incomunicación de los presos entre ellos y con las familias….Pero nos oponíamos totalmente a todos los acuerdos de los Tupas con los milicos que afirmaban un mismo proyecto social.

En todas las polarizaciones que hubieron entre ambas posiciones, y salvo excepciones, estaban la mayoría de los Tupas seguidores del Ñato, que concebían un proyecto social junto a los oficiales progresistas por un lado y del otro lado el resto de los presos. Muchos tupas rechazaban el colaboracionismo, pero lo que me parece más importante, a tantos años de sucedido, era que la colaboración abiertano fue cuestionada orgánicamente y no hubo rupturas importantes de la estructura de mando oficialista contra los traidores.

Sería interesante que otros traten de explicarlo, pero para mí sólo puede tener una explicación: la obediencia disciplinaria y burocrática era más poderosa que el proyecto social por el que siempre había peleado el proletariado. A la vez esto sólo se puede explicar por la carencia de teoría y de proyecto revolucionario y por la preeminencia del verticalismo administrativo típico de una organización sin claridad programática.

Lo que es increíble que este proceso, que implicó a decenas de milicos y a cientos de presos, siga más o menos encubierto o disimulado, como una simple colaboración, sobre los ilícitos, o negociación sobre los presos. Sin embargo, cuando se comience a hablar enserio sobre todo lo que se ha ocultado se comprenderá que el mismo arroja mucha luz no sólo sobre el pasado, sino de cómo se fue gestando la actual colaboración y proyecto de país.

En la cárcel de Libertad, en los años posteriores, ese colaboracionismo abierta y pro milico, tendió a diluirse, esconderse u olvidarse (aunque por ejemplo se volvió a manifestar en el apoyo de los Tupas oficialistas a los comunicados 4 y 7!), pero de una forma u otra el colaboracionismo continuó y la polarización entre los presos, así generada, también siguió presente.De la misma manera que, a pesar de la historia de los “rehenes”, se puede afirmar ahora, quemilicos torturadores y seguidores del Ñato, siguieron coincidiendo en el mismo proyecto social.

Se sabe, por testimonios varios, que Sendic nunca aceptó ese colaboracionismo. Cualquiera sean las críticas que se le puedan hacer, me parece esencial afirmar que siguió aferrado a la lucha de los de abajo. Antes de ser trasladado, desde la cárcel de Libertad, a los cuarteles y pozos del interior, adonde pasaría muchos años más, hace un intento desesperado de reorganizar los compañeros de confianza, del que nunca más oí hablar en ninguna parte. Tampoco sé gran cosa del mismo, salvo que pedía reconstituir “otra orga” con “gente de confianza”. No sé bien quienes fueron contactados por ese proyecto, pero a mi me llegó ese pedido por compañeros que habían caído conmigo. En realidad ese proyecto no prosperó, ni podía hacerlo, no había en la cárcel la más mínimas condiciones para crear una “red de confianza” que no estuviera pinchada por todo tipo de colaboradores, oficiales y oficialistas. Yo, por ejemplo, respondí negativamente.

Pienso que tampoco había condiciones sociales para ello como quedó evidenciado luego con la caída de los otros grupos y organizaciones y particularmente la FAU y el PVP.

Luego de años de prisión y exilio, al fin pudimos encontrar la forma para vernos otra vez con Ángela. Nos encontramos en Montevideo y me dijo fundamentalmente dos cosas:

1)    que estaba asqueada del colaboracionismo y el sectarismo que durante toda la cana habían hecho “los mismos de siempre”

2)    que Jobita había sido colaboradora, hembra y chupamedias de cuanto torturador había durante todos los años sin parar un solo instante.

Espero que ahora haya quedado claro, porqué ninguno de los que están en el Gobierno se preocupó por la enfermedad y la muerte, de nuestra querida compañera Ángela. En realidad nunca fueron sus compañeros, siempre hubo proyectos diferentes: el revolucionario y el reformismo entreguista.

Es por eso que nosotros tenemos que reivindicar su trayectoria y contraponerla a la de todos estos cómplices del terrorismo de Estado que en nombre de los Tupamaros están hoy en el Gobierno.

Al mismo tiempo quiero señalar que Ángela Álvarez es un ejemplo de este ninguneo histórico, pero que no es ni la sola, ni la única. En Punta Carretas muchos años antes ya pasaba lo mismo. Se siguen muriendo compañeros que han dado su vida en la lucha por la revolución social y que precisamente por eso, no hay ningún interés en homenajear, recordar, reivindicar.

Seamos coherentes: no esperemos que Huidobro, Mujica o Rosadilla homenaje en a ninguno de los que fueran sus “compañeros” revolucionarios.No se darán por enterados, ni aparecerán ante la muerte de ningún compañero. Y si se animan a hacerlo, por ejemplo haciéndose presentes en un entierro,no lo olvidemos:
¡Merecen un ESCRACHE!

La coherencia de los Huidobro/Mujica está claramente del otro lado. Podemos estar seguros que, ni se quieren acordar de los verdaderos compañeros nuestros.


Por el contrario, ellos adhieren a los homenajes que se hacen a la gloria de los desaparecedores y torturadores, son invitados de honor y de primera fila en los desfiles de las Fuerzas Armadas, asesinas históricas de nuestras luchas.¡desde hace 200 años!
 Como ayer los Rivera, el Señor Huidobro es todo un ejemplo en este sentido


RICARDO



NdeR = estos borradores fueron publicados  en posta apartir de junio del 2012

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